El Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl), dependiente de la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, es el encargado de coordinar un proyecto para el control de patologías digestivas y reducción de emisiones en el cebo de porcino, con el fin de mejorar la salud del ganado, su nutrición y la disminución de emisiones. Según informó la Junta, el porcino constituye el sector agroganadero más importante de Castilla y León, pues representa un 17,3 por ciento del total de la producción de la rama agraria. Además, el censo de porcino de la comunidad se sitúa en 4,7 millones de cabezas, siendo la tercera de España en producción. También, la alimentación animal, en concreto la porcino, produce 2,4 millones de toneladas y supone el 13 por ciento del total nacional para esta especie ganadera.
Esto, señalan desde la Junta, justifica la importancia de investigar y evitar la presencia de patologías en estas granjas, ya que señaló que tienen grandes repercusiones tanto en el bienestar animal como en la rentabilidad de la explotación: descenso del crecimiento, mortalidad, gastos veterinarios o limitación de movimientos del ganado a otros destinos, entre otras. Es en este marco en el que nace el Proyecto Sanpor (Control no antibiótico de patologías digestivas y de la microbiota ambiental para la mejora de la sanidad animal y la reducción de emisiones en las fases de transición y cebo de cerdo blanco), cofinanciado con fondos Feader, coordinado por el Centro de Pruebas de Porcino de Itacyl, con la participación de las empresas Lallemand Animal Nutrition y Granjas Baeza-Fraile. Su objetivo es evaluar varias soluciones antimicrobianas naturales, individualmente o combinadas, (probióticos, prebióticos, productos de mejora del perfil microbiano del ambiente, fibra dietética) que permitan mejorar la sanidad y bienestar animal mejorando la digestibilidad de la proteína y la eficiencia alimentaria.
Con ello, se reducen, por tanto, las emisiones, reduciendo también el impacto medioambiental, en lechones en la fase post-destete y en cerdos de cebo. Y todo ello con un objetivo principal: reducir la necesidad de tratamientos antibióticos en las fases de transición y cebo, favoreciendo, a la vez, la digestibilidad de los nutrientes de la dieta. Además de mejorar los rendimientos productivos en transición y cebo, se busca reducir las intervenciones veterinarias por patologías intestinales y también disminuir las emisiones de gases, en especial amoniaco, debido a una mejora en la eficiencia de utilización de la proteína del alimento, a través de aditivos añadidos a la dieta del animal y otros que son aplicados directamente en las instalaciones ganaderas, con un efecto directamente en el ambiente. Por ello, la Junta destacó que el fin último es la mejora del estado sanitario de los animales, lo que a su vez supondrá la reducción de tratamientos antibióticos, e incrementar los estándares de bienestar y la sostenibilidad económica y medioambiental de las granjas.
Normativa y esfuerzo
Actualmente, recordó el Ejecutivo autonómico, la normativa indica que el uso de tratamientos antibióticos veterinarios debe de ir precedido de un análisis para determinar posibles resistencias antimicrobianas presentes en los microorganismos causantes de la enfermedad. Además, destacó que el uso de antibióticos se ha reducido en gran medida en los últimos años, siendo esenciales las medidas de bioseguridad y de prevención en las granjas para garantizar las condiciones de salud y bienestar de los animales. Finalmente, remarcó, el sector porcino viene realizando un «gran esfuerzo» para la implantación de mejores técnicas disponibles, que favorecen la integración de la actividad ganadera en el entorno, reduciendo el impacto ambiental y la mejora del bienestar de los animales.