Encerrados en una "cárcel" de andamios

El estado de alarma ‘pilló’ en obras varios edificios de la provincia, cuyos vecinos lamentan tener que pasar el confinamiento entre barrotes y escombros

Jorge Alonso
02/05/2020
 Actualizado a 02/05/2020
Uno de los edificios afectados por las obras durante este estado de alarma. | SAÚL ARÉN
Uno de los edificios afectados por las obras durante este estado de alarma. | SAÚL ARÉN
Si ya está siendo duro para todos el pasar cerca de dos meses confinados en casa con motivo de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus, mucho más lo es para aquellos cuyas casas generan más tensión que comodidad.

Es el caso de los centenares de leoneses a los que el decreto del estado de alarma les ‘pilló’ con grandes obras en sus edificios, muchas de ellas obligadas por la normativa que regula la Inspección Técnica de Edificios (ITE), encargada de velar por la ‘salud’ de los inmuebles de cada municipio. Así, cubiertos por andamios y lonas, entre barrotes y escombros, la luz pelea para entrar en el salón de los centenares de vecinos de los números 11 y 13 de la calle Gran Capitán de Trobajo del Camino, un edificio de doce plantas en plena rehabilitación cubierto de arriba a abajo por un ‘envoltorio’ que se encarga de hacer un poco más duro el confinamiento a sus habitantes.

Ellos, resignados a su mala suerte, lamentan una situación que aseguran se hace «cada vez más dura» ya que sus terrazas están completamente cubiertas por los andamios, comparándolo incluso con «una cárcel» en una situación que reconocen afecta al ánimo, especialmente de la numerosa gente mayor que vive en este edificio. A las 20:00 horas de cada día, los aplausos a los sanitarios se escuchan, pero no se ven, perdidos entre la malla protectora que cubre la fachada.

Los vecinos de los bloques contiguos, idénticos, que a su derecha ya han vivido las obras como delata la pintura relucientey a su izquierda, que las esperan ahora sin fecha determinada como también confiesa sin querer la desgastada estructura metálica, compadecen la situación de sus compañeros de edificio a la vez que celebran por dentro el haberlo podido evitar . «Si me toca a mí, me muero», comentan dos mujeres mientras esperan a entrar a por el pan en un comercio próximo.

La paralización de la actividad en el sector de la construcción detuvo las obras en estos edificios, cuyos vecinos vieron un rayo de luz cuando el gobierno decretó su reanudación hace unos días. Sin embargo, una de las excepciones, con el objetivo de evitar más contagios era su situación, la de las obras en edificios habitados.

Así, se produce la paradoja de que a unos pocos metros avanzan sin detenerse las obras de renovación del colegio de las Dominicas, que curiosamente no hubieran podido seguir en caso de que se mantuvieran las clases, si bien antes del estado de alarma las compatibilizaban con las mismas con las consecuentes molestias.

Es otra de las realidades del confinamiento en nuestro país, la de los que más complicado lo están teniendo para sobrellevarlo de la mejor manera posible y más desean el regreso de la normalidad.
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