"En una situación así no hay cansancio, solo piensas en ayudar, en dar el 200%"

El BIEM V de la UME volvió a León con el peso de jornadas de trabajo intensas en las que encontraron motivación en los pequeños gestos de la gente con ellos como un café

T.G.
08/02/2021
 Actualizado a 08/02/2021
Efectivos de la UME con base en Ferral del Bernesga que se  desplazaron a Madrid por el temporal Filomena. | MAURICIO PEÑA
Efectivos de la UME con base en Ferral del Bernesga que se desplazaron a Madrid por el temporal Filomena. | MAURICIO PEÑA
Hay una fuerza que nace de la vocación de servicio que hace que el cansancio pase a un segundo plano. Eso les pasó a los integrantes de las dos secciones de la Unidad Militar de Emergencias que se desplazaron de León a Madrid para participar en el Operativo Tormenta Invernal Severa ‘Madrid’ para luchar contra las consecuencias del temporal Filomena. «El sábado día 9 de enero, el primero que estábamos allí, trabajamos 24 horas seguidas», recuerda el capitán Pascual, del BIEM V. Pero esa capacidad de trabajo hay que entrenarla. «Estamos preparados para ello gracias a las sesiones de instrucción continuada, vamos entrenados y estamos acostumbrados. Lo importante es que los jefes seamos conscientes de ese cansancio», incide el capitán mientras sus compañeros asienten. Tras explicar en qué consistió todo el operativo y cómo fue su trabajo, la conversación se vuelve más distendida y hablan de otro tipo de despliegue más emocional que operativo. «Cuando llegas a una situación así no hay cansancio, solo piensas en ayudar y en dar el 200%», asegura José Javier Pascual. «No, el cansancio no cuenta», remata el teniente Núñez Marzán. «Cuando hay gente que te necesita y puedes ayudar, ayudas y esa es nuestra motivación principal para aguantar», recalca.

Y la gente. La población con la que se cruzaron y a la que ayudaron también hicieron de combustible para mantenerse firmes en sus tareas. «Cuando estábamos en el puesto de mando de Cibeles nos aplaudieron y eso la verdad es que se agradece mucho», comenta el capitán Pascual. Pequeños gestos de gratitud calentaron el ánimo de los efectivos de la UME en Madrid. También lo recuerda bien el soldado Casado que en un parón de su tarea de rescatar coches atrapados en la nieve con la máquina pesada que conduce hubo un hombre que se empeñó en pagarle el café que estaba tomando. «Y en la Castellana una señora nos llevó una caja de bombones, son detalles que se agradecen mucho», dice Casado que tampoco se olvida de que «allí estuvo un tipo de León limpiando la rotonda del Bernabéu... ¡Según estaba todo!». Por su parte el cabo Jambrina destaca el «ansia» de antes de ponerse en marcha. «Luego empiezas y va todo rodado, el paso de las horas no se siente y solo piensas en hacerlo lo mejor posible», señala.

Al trabajo y al entrenamiento se le suma el sacrificio porque las catástrofes, por lo general, no avisan y llegaban cualquier día y a cualquier hora. Eso hace que a veces los efectivos de la UME también se pierdan parte de sus vidas personales como fue el caso de la Noche de Reyes que muchos pasaron entre la nieve en Posada de Valdeón. Otras veces pasan sus cumpleaños luchando contra algún incendio forestal. Es precisamente al fuego al que quizá más teman. «Son los que más exigencia física requieren», reconoce Núñez Marzán. En su experiencia laten todavía con fuerza algunos como el de Cualedro, en Galicia. Pero tampoco olvidan las inundaciones en Orihuela (Alicante) o el terremoto de Lorca (Murcia). «Al final todo depende de la magnitud», concluye el capitán Pascual. Sea lo que sea, lo afrontan con esa fuerza que nace de la vocación de servicio. Pase lo que pase.

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