En la Universidad no todo está inventado

Es la que menos entre las públicas de Castilla y León, en un ritmo de 'invenciones' que se ha acelerado a partir de 2013

Víctor S. Vélez
01/07/2019
 Actualizado a 18/09/2019
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La Universidad de León (ULE) ha presentado en los últimos 15 años un total de 65 patentes, según los datos de la Oficina Española de Patentes y Marcas. Una cantidad que la deja como una de las universidades con menor número de solicitudes del conjunto nacional, aunque el ritmo ha crecido desde 2013.

En el entorno autonómico, la ULE es la que menos ideas ha patentado en este intervalo de tiempo. Las 65 de León quedan lejos de las 176 de Valladolid o las 102 de Burgos. La Universidad de Salamanca también supera al Campus de Vegazana con 68 patentes.

No obstante, en León sí se ha podido advertir una evolución en el número de patentes desarrolladas en estos años. De hecho, en el último curso con datos disponibles, la ULE alcanzó su cuota máxima con diez proyectos presentados y desde 2013 se ha podido advertir un ‘acelerón’ en el ritmo de invenciones.

Si en el periodo 2004-2018, León se situó en la posición 38 de las 48 universidades del estudio. Sin embargo, en el último año tan solo nueve presentaron más patentes que la ULE. La que más lo hizo, tanto en el último año como en el total de este intervalo, fue la Politécnica de Madrid con 624 patentes, 32 de las cuales solamente en el último año.

Pese a la mejora que se puede advertir en el último lustro en el número de patentes en las que participa la Universidad de León, todavía queda mucho trabajo por hacer en este capítulo. Un ejemplo es el ‘tirón de orejas’ que el recientemente publicado ‘Ranking CYD’ da a la ULE en materia de patentes analizando este indicador en comparación con el resto de universidades españolas.

La Otri, un aliado en el proceso

La Oficina de transferencia de los resultados de la investigación (Otri) es la encargada de velar por el proceso de patentes en la ULE. María José Barrios, técnico de este departamento, explica que el número de patentes no son un termómetro totalmente fiel para medir el estado de la investigación de una universidad. «Nuestra Universidad es generalista y algunas áreas de conocimiento no permiten resultados patentables», apunta la responsable de la Otri.

Por ese motivo, el ranking nacional de universidades públicas con un mayor número de patentes presentadas en los últimos 15 años está encabezado por «universidades con un perfil más técnico». Además, el resultado de la colaboración con empresas para el desarrollo de patentes en ocasiones hace que los derechos no pertenezcan a la Universidad. En este sentido, desde la Otri destacan la importancia de los consorcios internacionales o de las ayudas que se lanzan a nivel nacional o autonómico.

Sobre la evolución en estos 15 años, Barrios considera que ha sido «desigual» y que las líneas de investigación no concluyen siempre en patentes empleándose otros sistemas de protección como los modelos de utilidad (que protegerían la invención por una década frente a los 20 años que lo hace la patente), diseños industriales o secretos profesionales. «Muchas veces no se genera un producto o servicio y es para abrir una nueva línea de investigación o afianzar otra ya existente», indica María José Barrios.

Cuando la actividad sí que genera resultados patentables, los investigadores se ponen en contacto con la Otri que revisa si cumple con los requisitos exigidos por la Oficina Española de Patentes y Marcas. A partir de esta primera comprobación se abre un proceso en el que la Otri ejerce de aliado para los ‘inventores’. «Si cumple con los requisitos iniciamos el proyecto de registro y les ayudamos con la memoria y los trámites. Si no se cumplieran les asesoramos sobre qué otras formas de protección tienen disponibles», explica la técnico de la Otri.

La legislación en España

Pero, ¿qué dice la legislación sobre las patentes que salen de la Universidad? En España se encuentran reconocidos varios derechos de propiedad intelectual e industrial. Además de las marcas y nombres comerciales, se distingue entre los diseños industriales (apariencia externa de un determinado producto) y las patentes. Estas últimas protegerían, independientemente de su origen, invenciones consistentes en productos o procesos susceptibles de ser copiados o utilizados con fines industriales. Así, una patente es un título de propiedad que otorga el Estado sobre las invenciones y que protege su posterior explotación.

Para presentar una solicitud, como las diez del último año en la Universidad de León, es necesaria una declaración de que se solicita el título, los datos que identifiquen al solicitante y una descripción detallada de la idea. A la solicitud presentada se le otorga día, hora y minuto de presentación, por si surgen posibles conflictos sobre la autoría, y un número que no se modificará nunca. Un proceso que se puede prolongar en el tiempo, como lamentan algunos investigadores de la ULE, pero que «es necesario» para la Otri. «Son los tiempos que marca la Ley de Patentes y hay que respetar porque tiene sus revisiones y tiempos fijados», comenta María José Barrios.

No obstante, la ley no deja claro qué es un invento y qué no lo es. Lo que sí certifica es que quedan excluidos de patentabilidad las teorías científicas, los métodos matemáticos y las obras literarias y artísticas. Tampoco tendrían validez las reglas y métodos de actividades intelectuales o juegos, los programas de ordenador o los tratamientos del cuerpo humano o animal.

En el artículo cinco de la Ley de Patentes también excluyen, de una forma un tanto ambigua, a las «invenciones cuya publicación o explotación sean contrarias al orden público o a las buenas costumbres» (citando como ejemplo los procesos de clonación o de alteración genética). Tampoco pueden ser registrados los descubrimientos de nuevos animales, plantas o procesos biológicos.
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