El partido del no

Tribuna de opinión del director de La Nueva Crónica, David Rubio

David Rubio
21/11/2017
 Actualizado a 17/09/2019
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Hubo un tiempo en el que ser joven era un valor, con todo lo bueno y con todo lo malo, una garantía de inexperiencia pero también una certeza en cuanto a la capacidad de aprendizaje, a la entrega absoluta para afrontar los retos más ambiciosos. Hubo un tiempo, quizá el mismo, puede que el anterior pero desde luego no el próximo, que contar con el apoyo de los viejos significaba también algún tipo de garantía, una especie de certificado de buena conducta como aquellos con los que llegaban a sus destinos los primeros emigrantes con la esperanza de conseguir un empleo o una vivienda. Pero si algo ha quedado claro en los últimos procesos internos del PSOE es que ni ser joven es un valor ni tener la bendición de los dinosaurios del partido sirve para nada. Más bien todo lo contrario. Que ser joven para asumir un cargo de responsabilidad no es ningún valor lo ha demostrado el aún secretario provincial del PSOE leonés, Tino Rodríguez, al que nadie le puede discutir su extraordinaria capacidad para encontrar charcos que pisar en una época de extrema sequía, hasta el punto de que sus detractores le apodan Desatino Rodríguez... Que tener el apoyo de los viejos no garantiza ningún éxito lo demostró en su día Susana Díaz, que creó la figura del candidato que, cuando se entera de que va a recibir al apoyo de alguno de los barones de su partido, le da las gracias y le pide que por favor hable bajo.

En un partido tan preocupado por los y las militantes, alguien debería preocuparse también por expresiones como «los barones» o «el aparato», que, por cierto, en el caso de las recientes primarias deLeón se ha demostrado que padece una cierta disfunción. En el partido del no, en el partido que ha tomado como propio el estilo de José Mourinho (primero elijo a los que no quiero poner y luego ya completo con los que queden), el partido en el que presionar a un militante para que vote lo que a ti te interesa tiene el efecto contrario porque cada vez hay menos apesebrados, en el partido que tiende a dividirse hasta el infinito se encuentran ahora ante la oportunidad de responder a lo que el votante espera de ellos: tan sencillo como no transmitir la sensación de que gastan todas las energías en pelearse entre ellos, que las venganzas no han dejado atrás los valores; tan sencillo como no liarse a garrotazos para tapar los innumerables escándalos de su fortalecidos adversarios, ese otro partido al que únicamente saber coserse las heridas en privado le ha servido para campar a sus anchas por las instituciones a pesar de sus múltiples pecados. El nuevo secretario provincial es joven, condición que su antecesor ha demostrado que no sirve para nada, y no le mueven las venganzas. Ha tenido el apoyo de algunas viejas glorias, que le han brindado su ayuda durante esta campaña para provocar la disfunción del aparato. Una vez conseguido el objetivo, poco más pueden aportar. De la distancia que ahora Javier Cendón marque con ellos depende que pueda alcanzar el complicado reto de que los verdaderos socialistas encuentren el lugar que merecen en el Partido Socialista.
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