Lesionado, conoció a la marca Bertulli, «plenamente asentada en las zapaterías de Italia, Francia y Alemania» según el leonés, y decidió exportar sus zapatos con horna especial que permite alojar una cuña en el talón a España. Valiente, Andrés creó su página web Masaltos.com y comenzó la venta por catálogo, algo que en 1993 estaba «muy desprestigiado» dice Ferreras, ya que por aquel entonces servía para la venta de «agua imantada y otros productos de farmacia». El fundador de la empresa, que desde 2010 mantiene un contrato de alianza con Amazon, recuerda con añoranza cuando «tenía que configurar el Outlook» a sus compañeros de tesorería en una España todavía primitiva en el uso de internet a mediados de los noventa.
«Estas loco», le decían sus amigos y familiares cuando les contaba su idea de vender tacones para hombres en internet, pero «su experiencia en Alemania», donde aprendió informática, le permitió crecer con ciertos pasos «inseguros» hasta convertirse en lo que es hoy. La empresa ha crecido de forma exponencial de tal forma que ahora es capaz de llevar zapatos a cualquier parte del mundo «en 48 horas». Pero no cualquier tipo de calzado. Esta creación «permite descargar peso de la columna vertebral» al dejar el cuerpo «inclinado» hacía delante, explica Ferreras, que usó estos zapatos durante la recuperación de su pubalgia. Buenos para la salud, el perfil de sus clientes es el de «ejecutivos» o «liberales que querían mejorar su imagen» entre ellos «famosos que no quieren que se sepa que los usan», explica el dueño de la marca que factura cada año un millón y medio de euros gracias a Masaltos.com. De hecho, recuerda entre risas, hay algunos compradores que acudían a sus zapatos bajo la excusa de que «eran para un amigo» y luego los usaban ellos. En una encuesta reciente en su web, los usuarios eligieron a Pablo Motos, Fernando Alonso y Andrés Iniesta como los famosos que ellos harían más altos.
Casi 100.000 clientes en más de 90 países
Su alto nivel de exportaciones se explica, en parte, gracias a «la publicidad en líneas aéreas» y sus alianzas con «partnes locales» en Japón y Emirátos Árabes Unidos e incluso, la ayuda de Amazon, con la que llevan trabajando diez años. Estrategias que le permiten exportar dos tercios de su producción a pesar de «algunos problemas aduaneros» cuando comercian fuera de la Unión Europea. Ferreras incide en el hecho, no son ellos los encargados de fabricar los zapatos, sino que «guían» a la mano de obra. Las fábricas están situadas «el 80% en Italia», algunas de las cuales formaban parte de la extinta Bartolli, y «el 20% en España, en La Rioja». Su objetivo de futuro está claro: «Llegar al mayor número de clientes». Por el momento, su labor ha sido reconocida con la Medalla de Oro que otorga cada año la Asociación Española de Profesionales de la Imagen.
Retirado tras delegar en Antonio Fagundo, el mayor de sus hijos, Andrés Ferreras descansa ahora en Cofiñal, su pueblo natal, donde siega, esquía y acude a la matanza como un buen leonés. Allí recuerda con nostalgia viejas épocas del pasado cuando los hombres vivían preocupados por la belleza, el peso y la altura. Ahora se acabaron los bajitos.