El idioma universal de un patio de colegio

Almanza 'hace los deberes' con Ucrania y su colegio ya cuenta con siete alumnos de familias refugiadas que se han instalado en pueblos del este de la provincia

Víctor S. Vélez
29/03/2022
 Actualizado a 29/03/2022
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La guerra en Ucrania continúa y la incertidumbre sobre cuánto durará la invasión obliga a que las familias de refugiados que han llegado a la provincia de León vayan concretando rutinas en su nueva vida. Una de ellas, que afecta directamente a los más pequeños, es la de ir a la escuela. La llegada de las tropas de Vladímir Putin provocó que los niños ucranianos que han tenido que huir de su país dejaran atrás sus apuntes, mochilas y libros de texto. Este mes de marzo, poco a poco y con el obstáculo del idioma, van habituándose a nuevos compañeros, profesores y asignaturas. También en el medio rural, en colegios como el de Almanza.

Allí llegaron hace unas semanas dos familias ucranianas que cruzaron toda Europa en su furgoneta. Una abuela, sus dos hijas y sus cuatro nietos. El mayor de ellos, de 16 años, acude al instituto de Cistierna, pero los otros tres niños se han matriculado en la escuela de Almanza: las hermanas Dasha y Monika y su primo Iván. Tres nuevos 'chigüitos' de este pueblo a los que se suman los llegados a otras localidades de la zona: Nikita, que ha venido con su madre a Villaverde de Arcayos, y Arina, Yevanhelina y Robert, que fueron acogidos hace unas semanas con sus padres por una familia de Sahechores de Rueda. En total, siete alumnos ucranianos que han sido recibidos por sus nuevos compañeros de Almanza con dibujos de banderas de Ucrania y mensajes de bienvenida en su idioma.

Dasha: "Los niños y los profesores son muy amables. Son encantadores y estamos encantados"Almanza hace así 'sus deberes' con Ucrania, como lo están haciendo también en otros muchos pueblos de la provincia que han acogido a familias con niños que huyen de los bombardeos de Putin. A lo largo de este mes de marzo, en toda España han sido escolarizados unos 4.000 alumnos refugiados que, aunque no hablan español, comienzan a entenderse en el idioma universal de todo patio de colegio.

La adaptación a unas aulas "muy distintas" a las de su país es lenta, pero estos niños aseguran que, aunque los métodos de estudio, las clases y hasta el alfabeto sea diferente, están "encantados" con la manera en que ha empezado su escolarización en España. Con la ayuda de Mary, madre de origen ruso de otra niña que estudia en Almanza, este periódico ha podido traducir las declaraciones de Dasha y Nikita, dos de los niños ucranianos recién llegados a este pueblo. "Nos gusta mucho porque todos los niños y los profesores son muy amables. Hay mucha diferencia entre el ‘cole’ ucraniano y el ‘cole’ español, pero nos gusta muchísimo. Llevo estudiando inglés desde los seis años y eso me ayuda", comenta la niña de 13 años.

Primeras palabras en español


'Gracias, 'hola' y 'adiós' son las primeras palabras que Dasha ha aprendido en español. No obstante, con la ayuda de las plantillas elaboradas por sus profesoras, cada día descubre otras nuevas: los números del cero al diez, 'primavera', 'mariposa', 'galletas' o 'araña'. Esta última para evitar sustos con su mayor miedo. "Tengo mucho miedo a las arañas. Cuando la profesora nos enseñó el dibujo la profesora, me daban miedo hasta en papel", bromea Dasha.

Nikita: "Ya he conocido a dos niñas y ya hemos dicho que somos amigos. Estoy muy feliz en el 'cole'"Aunque haya fobias, como la del miedo a las arañas, que no entienden de fronteras, la infancia demuestra que el juego tampoco se rige por ellas. Por eso, estos niños y niñas llegados desde Ucrania comienzan a perder la vergüenza y a jugar y compartir entretenimientos con los alumnos españoles y de otras nacionalidades que estudian en Almanza. "Estoy muy feliz porque los primeros días en el ‘cole’ en España están siendo maravillosos. Ya he conocido dos niñas y hemos dicho que somos amigos", valora Nikita, niño también de 13 años.

Más rápida es si cabe la adaptación de los más pequeños. Monika, de seis años y hermana de Dasha, ya es una más en el patio de Almanza. Salta, corre y grita como antes hacía con sus amigos de Vinnytsia. "Son niños que tienen una capacidad increíble para adaptarse a las nuevas circunstancias. Los niños son muy afables, están muy contentos, se han integrado muy bien y creo que en tres meses dominarán el castellano perfectamente, lo que nos ayudará muchísimo porque empezaremos a poder dar contenidos curriculares", explica una de sus profesoras, Raquel Sanz.

Más niños y niñas que nunca


Tanto ella como el resto de profesoras de este Colegio Rural Agrupado (CRA) en el que también se encuentran Puente Almuhey y Prioro, se están volcando en la educación de los niños refugiados. Multiplicándose para continuar con el programa del curso y ayudando en el aprendizaje del idioma de sus nuevos alumnos, Raquel Sanz, Katia Vidanes, María Escanciano y Ana Orive están realizando un esfuerzo titánico en las últimas semanas para que nadie se quede atrás en un colegio que ha visto disparadas sus matrículas hasta las 38, con hasta ocho nacionalidades de procedencia. Hacía décadas que no había tantos niños y niñas en Almanza. "El problema es que no solo están los niños ucranianos. En mi clase hay otros 11 niños, de otros tres niveles, cuarto, quinto y sexto, y tengo que dar un currículo que me impone Educación. Es un trabajo un poquito arduo y estamos dedicando parte del tiempo a ayudar a estos niños con el idioma", explica la docente.

Y es que aunque la vocación de estas profesoras resulta casi heroica y está cubriendo las necesidades del alumnado, piden ayuda a la Administración para seguir llegando a todos. De este modo, reivindican a la Junta que amplíe la media jornada de la maestra de pedagogía terapéutica para «hacer un grupo de compensatoria» que se centre en la enseñanza del español a estos nuevos alumnos ucranianos llegados al medio rural.

Los profesores: "Son niños que tienen una capacidad increíble para adaptarse a las nuevas circunstancias" Aunque estos niños y niñas continúan con las lecciones que recibían en Ucrania de asignaturas como Inglés y Matemáticas, esto no es posible en todas las materias. Por ello, el principal caballo de batalla es ahora el aprendizaje del español. Estas primeras semanas han servido de "toma de contacto" para conocer "qué nivel curricular tienen" los nuevos alumnos y ahora los esfuerzos deben centrarse en la enseñanza del idioma. A pesar del apoyo del Ayuntamiento, que prestará las instalaciones de la Casa de la Cultura para unas clases de refuerzo con una traductora, las profesoras piden a Educación que dote de más recursos personales a este CRA.

Un colegio rural que, aunque muy diferente al de sus grandes ciudades en Ucrania, también "gusta muchísimo" a los niños ucranianos. En su país tenían más deberes para casa y en Almanza el trabajo se centra en el aula, pero los compañeros y profesores ayudan a que todo se haga un poco más sencillo. "Son todos encantadores y estamos encantados", afirma Dasha.

Aunque es inevitable que echen de menos a los padres que dejaron en la guerra y a sus antiguos compañeros de colegio, estos niños demuestran que es posible adaptarse por la vía rápida a una nueva vida a 3.000 kilómetros, vaya a durar esta unos pocos meses o unos cuantos años. Todo es más fácil cuando los mayores no se meten por medio. Ver jugar en el patio de Almanza a Agnia y Monika, llegadas respectivamente hace muy poco de Rusia y de Ucrania, lo deja claro. Ellas hacen posible que la paz sea un juego de niños.
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