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El área de Investigación Aplicada, Transferencia e Internacionalización promueve diversas acciones para transferir la investigación generada en la ULE a la sociedad

L.N.C.
13/12/2018
 Actualizado a 19/09/2019
Se busca que la transferencia de conocimiento a la sociedad sea palpable. | L.N.C.
Se busca que la transferencia de conocimiento a la sociedad sea palpable. | L.N.C.
La Universidad de León dedica una especial atención desde hace dos años a dar visibilidad a su capacidad investigadora, científica e innovadora, con el objetivo de que la transferencia de conocimiento a la sociedad sea real y palpable. Para hacer efectiva esa retroalimentación entre la investigación generada y el tejido empresarial, la ULE ha propiciado cuatro grandes cambios: la creación de un área específica de Investigación Aplicada, Transferencia e Internacionalización; la coordinación entre las oficinas de Transferencia de Resultados de Investigación y de Transferencia de Conocimiento (ésta última dependiente de la Fgulem); un nuevo reglamento para la creación de grupos de investigación; y una convocatoria de Evaluación de la Productividad. Todo ello sin olvidar la implicación activa de la institución con el Plan TCUE (Transferencia Conocimiento Universidad Empresa) impulsado hace diez años por la Junta de Castilla y León, en el que estudiantes y profesores participan en convocatorias de prototipos, pruebas de concepto, y desafíos universidad-empresa.

Una serie de acciones que se han traducido en un incremento de solicitudes de comunicaciones de invención, de patentes y de registros de propiedad intelectual que han pasado de 15 hace tres años a 31 en 2018. Una clara tendencia ascendente que, a juicio de Enrique Alegre, director del área de Investigación Aplicada, Transferencia e Internacionalización, «sería importante consolidar e incrementar en los próximos años, para crear la cultura y la inercia que necesitamos con el fin de incorporar realmente la transferencia a la actividad y los resultados de los investigadores».

Cuando se habla de transferencia hay que referirse no solo al proceso que permite a la sociedad o a la industria beneficiarse del conocimiento que se genera en un centro de investigación, en este caso la Universidad de León, sino también al registro de patentes, modelos de utilidad y otro tipo de protección y su posterior licencia a empresas, así como a los contratos realizados con empresas donde los investigadores transfieren su conocimiento en forma de solución de problemas industriales aplicando su capacidad científica.

En este abanico de conceptos y para conseguir que la investigación de las universidades llegue a la sociedad y las empresas, el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades presentó hace dos semanas un nuevo marco de evaluación de las actividades de transferencia del conocimiento que se realizará en tramos de seis años en todas las áreas del conocimiento, a través de una convocatoria de evaluación de méritos (sexenios). Con esta medida, se persiguen dos grandes objetivos: reconocer la excelencia y el esfuerzo del personal docente e investigador al asumir la transferencia como parte sustancial de su tarea científica, e incrementar la transferencia, la innovación y la difusión del conocimiento a las empresas y al conjunto de la sociedad.

Este proyecto piloto de evaluación de la transferencia, complementario al sexenio de investigación, valora cuatro tipos de actividades: proyectos que fomenten la formación de investigadores y la cultura emprendedora a través de spin-off, actividades de transferencia de conocimiento con otras instituciones, contratos y proyectos con empresas y número de patentes (la ULE es titular de 65 patentes concedidas por la Oficina Española de Patentes y Marcas), y convenios con entidades sin ánimo de lucro o administraciones públicas para actividades con especial valor social, y publicaciones y difusión de la investigación en medios de comunicación. «España, a nivel de publicaciones, está por encima de su PIB, pero a nivel de transferencia está muy por detrás de la posición que le correspondería», explica Enrique Alegre, quien achaca esta situación principalmente «al sistema de incentivos que tenemos los investigadores, donde se priorizan las publicaciones en revistas de impacto, un factor que genera mucha investigación básica, muy buena, pero no se orienta y no llega a la industria». Una dinámica que a su juicio lleva a perder terreno frente a otros países que tienen otro modelo mucho más orientado al producto, desde Alemania, hasta países como Japón o Corea, y EEUU.

Una decena de spin-off

Una muestra del fomento de la cultura emprendedora que se contempla dentro del proyecto de evaluación de la transferencia del conocimiento aprobado por el Ministerio de Ciencia, innovación y Universidades, son las diez spin-off o empresas asociadas a la Universidad de León que han generado una veintena de investigadores desde que echara andar la primera de ellas en 2002 bajo el nombre de Bioges Starters, una empresa dedicada al desarrollo de productos biotecnológicos para la industria alimentaria, agropecuaria y ambiental. Tras ella llegaron, ‘ByDT, Bioenergía y Desarrollo Tecnológico’ (2008) centrada en las energías renovables y gestión de residuos, ‘Indilab’ (2008) destinada a análisis clínicos veterinarios, ‘Micros Veterinaria’ (2011) sobre diagnóstico anatomopatológico veterinario, ‘Aquilon CyL’ (2012) dedicada al desarrollo de productos biológicos aplicados a la mejora de la productividad animal, ‘RGA-BIO-Investigación’ (2013) para el asesoramiento y soluciones tecnológicas en el sector vitivinícola, ‘Neural Therapies’ (2015) destinada al desarrollo y comercialización de productos y soluciones tecnológicas para neurobiología, ‘SolPax’ (2016), sobre biología molecular y sanidad animal, ‘Brewery Research Services’ (2016) centrada en aportar soluciones innovadoras a un sector industrial en expansión como el sector de las cervezas artesanales y del cultivo del lúpulo, y ‘León Mapor’ (2018) dedicada a evaluar la calidad seminal en reproducción humana y animal.

Toda una actividad emprendedora que unida a las numerosas investigaciones que se trabajan en departamentos e institutos de investigación de la ULE, demuestran la necesidad de avanzar y fomentar la transferencia de conocimiento al tejido productivo, un hecho que redundará en una mejora del bienestar social y económico de la sociedad.
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