Abuelos mayores orgullosos de sus nietos esperan su visita

Cada 26 de julio se celebra el Día del Abuelo y en la residencia pública Virgen del Camino es motivo de nostalgia al mirar atrás

David Iglesias y Laura Pastoriza
26/07/2023
 Actualizado a 27/07/2023
Abuelos

En la residencia pública Virgen del Camino de León viven 62 mayores, muchos de ellos son abuelos y este 26 de julio es su día. Celerina, Baltasar, Ángeles, Matilde y Pilar han hablado con La Nueva Crónica sobre las visitas que reciben de sus nietos y han recordado con emoción vivencias y anécdotas. Mientras los abuelos más jóvenes disfrutan la plenitud de la infancia de sus nietos, en este grupo de mayores de la residencia lo que se observa al hablar con ellos es nostalgia del tiempo en familia compartido.


Celerina es de un pueblo de Palencia, tiene cuatro nietos y tres biznietos a sus 87 años, cuenta que los ve a menudo en la huerta familiar en Navatejera confirmando que lo rural suele ser sinónimo de encuentro familiar, aunque a veces los nietos no la escuchen lo suficiente. "Les cuento muchas cosas, pero dicen vosotros estáis ya 'pasaos', yo les digo que les contamos muchas cosas que no saben". Cuando no había televisión, el entretenimiento en casa era la radio y las cartas. Confiesa que a veces convence a la prole para jugar a la brisca, pero suelen tener otras aficiones, porque "como son jóvenes escapan a correr por ahí".


Celerina bromea con que ahora no se baila "agarraos", sino cada uno por su lado. Cuando ella era joven lo hacía a ritmo de dulzaina y tambor y pegados como Sergio Dalma. Así recuerda las estrategias para ligar de los hombres: "Cuando había una chica que les gustaba, mandaban a otra a bailar con esa, que luego ya voy yo y te saco".


Los nietos, el mayor orgullo

 

Baltasar nació en Destriana de la Valduerna, tiene 95 años, 2 nietos y otros 2 biznietos. Rememora sus años en el pueblo trabajando en la elaboración de tejas, cuando era todo un manitas que ayudaba en la cocina al menos cortando las patatas y esperaba, con tremenda ilusión, que llegase el verano para recibir a sus nietos. "Tengo un chalet en el pueblo y en junio venían al pueblo y hasta septiembre, se me caía la baba".


Afirma sentirse feliz y pensar en su descendencia le saca la mayor de sus sonrisas. Sus ojos cansados, revelan una enorme satisfacción. "Es el mayor orgullo que tengo, porque sabes que queda población". Baltasar, un abuelo que confiesa fue autoritario pero volcado en la educación de sus nietos, recuerda que les dejaba salir a las piscinas en verano y a los carnavales de La Bañeza, aunque él no se disfrazaba: "de aquellas no nos dejaban". Recomienda a sus nietos que "sean formales, con buenas compañías, que estudien y que viajen mucho".  


Reconoce que la propina no faltaba nunca, porque consentir un poco a los pequeños de la casa es ley natural. Explica bien las diferencias entre la relación con los hijos y con los nietos: "El cariño de los nietos es un cariño más liberal y con los hijos hay que ser cariñoso sin que lo sepan ellos".


Ángeles es de El Castillo de Omaña, ha cumplido 100 años hace unas semanas y tiene una nieta, con la que va a comer todos los domingos en Azadinos. Muestra cierta tristeza al comentar que las familias estaban más unidas antes que ahora y reivindica también todo su esfuerzo dedicado al hogar: "Ahora no es como antes, que nos enseñaban desde muy pequeños a hacer las cosas".


Matilde no quiere decir su edad, pero sí que es de Madrid, afincada en León con su familia y tiene 4 nietos a los que ve muy poco. Cuando tiene la oportunidad se convierte en toda una contadora de historias y recuerda cuando jugaba con ellos y anécdotas de verano, como cuando llevaba a su nieto a la piscina, "era el primero en tirarse casi hasta vestido".


Momentos inolvidables 


Pilar tiene 91 años, es de León capital y tiene 4 nietos, a los que ve menos de lo que le gustaría al estar ella en la residencia y ellos con sus ocupaciones. Sí que recuerda con emoción un momento especial del año que compartía en el pasado con sus nietos y que huelen a incienso y sabe a obleas: "por Semana Santa salíamos a ver las procesiones". La nostalgia y la emoción más profunda asoma en sus ojos cuando la abuela se convierte en nieta, porque Pilar explica que fue criada por sus abuelos tras el fallecimiento temprano de su madre. "Para mí… como mis padres y les sigo adorando". Añade que en eran 14 personas en aquella casa y cuenta emocionada cómo su abuelo se ganaba la vida trabajando en el campo en la carretera de Asturias, donde "le salían hasta los lobos".


Mayores que son abuelos y abuelos que son mayores, que rememoran desde el precioso y soleado jardín de la residencia su vida familiar, con el rasgo común de sentir el mayor de los orgullos por haber sacado adelante a varias generaciones.

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