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A ti, paciente

28/03/2020
 Actualizado a 28/03/2020
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Si hay alguna condición inherente a la docencia es la de la santa paciencia unida a la virtud teologal de la fe. Los profesores debemos creer que el milagro siempre es posible. Mirar a ese alumno a los ojos e intentar escudriñar en su corazón. Creer que saldrá de la crisis y que vencerá esa aparente apatía que le tiene sumido en «el país de las alpabardas».

Las actuales circunstancias demandan flexibilidad y cercanía en la distancia. Los claustros docentes nos reinventamos y adaptamos. El curso debe seguir. Lo anunciaba la Consejera de Educación hace un par de días.

Toca apelar a la creatividad para garantizar cierta «normalidad».

Einstein dijo aquello de que «La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis cuando nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias».

Y es en la zozobra donde aparecen brotes verdes primaverales.

Como los que se atisban desde la página web del CIFP Centro Integrado de FP de León. Las profesoras de Comunicación y Sociedad de FP básica, cuyo nombre me encantaría conocer, han pedido a los alumnos, dentro de las tareas del módulo, que escriban una carta a los pacientes del Hospital de León para acompañarles en estos momentos de triste aislamiento. Hay una carta de Marco Javier Juan Fernández de 1º FP B Electricidad y Electrónica, que bien merecería ocupar hoy un lugar destacado en este patio de columnas. Marco ha escrito ‘A ti, paciente’. Transcribo sus palabras: «Nunca antes una palabra como paciente habría podido dar tanto significado a tantas palabras, gentes, actitudes y situaciones. Hoy te toca a ti ser ese paciente que aguarda con calma, paciencia y comprensión la atención que necesitas. Vives en una tremenda angustia ante la incertidumbre de esta inesperada situación, ves cómo el trato de cercanía, cariño y abrazos quedan ocultos entre tu máscara y su máscara; trajes verdes y amarillo; aislamiento. Desde mi casa lo imaginaba así, frío, una distancia impuesta por la necesidad de prevenir, un aislamiento estremecedor, tan lejos de lo que somos, humanos que nos abrazamos, nos tocamos y nos miramos; y es así como me di cuenta de que tras esas máscaras y aislamiento, lo que nos queda es la mirada. Me las imagino así, como un transmisor de radio, que entre tanto sentimiento contenido, tanta necesidad de querer dar las gracias, pedir y querer ayudar, transmite miradas llenas de intensidad, ganas y fuerzas, miradas pacientes y mil y una más maneras de mirar».

Habrá que seguir mirando el mundo con los esperanzadores ojos de Marco y su paciente que espera.

La paciencia todo lo alcanza.
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