Siempre Felipe, irrepetible

24/11/2015
 Actualizado a 03/09/2019
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Casi nadie de los que le cruzan por la calle le han visto vestido de luces; muchos jamás han acudido a una corrida de toros; los hay incluso que son antitaurinos... pero todos le saludan con la misma frase: «¿Qué tal maestro?». Porque todos saben que él viste en torero, anda en torero, piensa en torero y vive en torero.

Y Felipe, el matador, banderillero o lo que haya sido Zapico, te coge por el brazo y te cuenta esas cosas del mundo del toro en León que son para echarse a temblar, salvo que las cuente Zapico, salvo que las protagonice él, un personaje fuera del tiempo y las clasificaciones.

Por ahí andan fotos de cuando se convirtió en Quijote frente a los molinos del cierre de la plaza, del veto a su persona, y se convirtió en maletilla por honor.

Pero, sobre todo, circulan sus historias posteriores, que él mismo te cuenta. Como cuando se subió a la testuz de un toro para las cámaras de la tele, pero era el toro de Osborne;cuando le dijo a Jesulín en directo aquello de «vamos a hablar de lo que la gente quiere saber, ¿tu cuántas veces puedes hacer el amor en una noche?» o le recitaba poemas y le decía «te voy a comer el morrito» a aquella Isabel Carrasco que tantos temían... Las cosas de Zapico. El torero.

El maestro se reinventa cada día, siempre está con los suyos y ahora que corren malos vientos dice que «soy más ácrata que mi hijo el cantante».
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