Túnica y sandalias y ya está montada la recreación histórica de lo que sea: griegos, romanos, sumerios, peregrinos o lo que las ganas de fiesta inviten a celebrar.
Recuerdo un viaje de regreso a casa con parada en un bar con las luces encendidas y un grupo de lugareños que discute sobre la mejor ubicación para una batalla, tropas y capitanes mediante, y muchos trajes de alquiler que ya están comprometidos.
– Pero, en la documentación histórica, ¿qué pone del lugar de la batalla para buscar uno que, al menos, se ajuste a la descripción; pregunto ingenuo pensando en algún viejo escrito, leyenda volandera, tradición u otros indicios, mayores o menores, mientras noto que me miran extrañado.
- No hay ninguna documentación, no hay ningún escrito, no hay ninguna tradición pero tenemos que celebrar una recreación histórica, como cualquier pueblo que se precie.
–Entonces, ¿qué tenemos?
– Sandalias, túnicas y espadas para doscientos; nos las han dejado a muy buen precio, por cierto.
Nunca la sandalia había llegado a más, a ser la madre de todas las batallas.
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