No hace falta escribir en las paredes para avisar al visitante de que algo interesante se esconde detrás de ellas.
(Nota: Por cierto, el simpático que en mitad de las impresionantes Hoces de Vegacervera decidió hacer público su amor a Graciela con una infame pintada bien merece que Graciela le de puerta y una manguera de agua caliente para que lo borre).
Insuperable publicidad la de los artesanos de cualquier sector que trabajan en el interior, con una gran cristalera, para que quien pase pueda ver, admirar y, como no encontrará nada mejor, pues entre a comprar.
Pero si no fuera posible, si la recia pared solo tuviera un hueco, una muestra de lo que el vecino crea lo dice todo, que los nombres pomposos engañan, que el marketing lo carga el diablo.