Aparta de mí este cáliz

05/04/2023
 Actualizado a 05/04/2023
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La verdad –y dios, el señor obispo, Xuasús, los Cayones y mi amigo Ovidio, que es canónigo, me perdonen– es que ya me carga un poco lo de la Semana Santa y eso que dicen que falta lo más intenso, imagino que sin contar con Genarín, que solo con poner su nombre ya se que hay unos cuantos que cierran el periódico y marchan indignados con la procesión de los borrachos. Y lo malo es que sólo soy un daño colateral, lo que realmente les duele es que un año más van a venir todas las televisiones a ver qué se cuece en la Semana Santa de León, su recogimiento y majestuosidad, y al final vuelven a sacar las imágenes de San Jenaro Blanco, como el orujo bueno, el blanco; que ya decía Juanita la de Pontedo que «las bebidas ‘marraneadas’ producen melancolía»; aunque si le hacemos caso a Pedro Abajo cuando encuadra la limonada en el género ‘marraneada’ más que melancolía acarrea el final de los tiempos y el principio de las siete plagas de La Bañeza (no sé si tiene relación pero al día siguiente fueron a la ciudad Mañueco, Santonja y otros cinco altos cargos; total, siete, pero esto ya lo malicio yo, que el mí Pedro no es de maliciar).

Vuelvo al carril –que en los pueblos le llaman ‘suco’–y venía a decir que también existirá el derecho a decir que «aparta de mí este cáliz (la Semana Santa)», aunque tampoco es para ponerse atorrante y hay que dejar abierta la puerta del debate, para ser fiel a la filosofía de la frase que cuando Jesús la pronunció en el huerto de Getsemaní no fue tajante y dijo: «Padre, si es posible, aparta de mi este cáliz».

Pues eso, si es posible. Que más o menos es lo que debe estar diciendo la imagen, apartando este cáliz, que aleja. Si es posible, que me da que no lo es.
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