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Trastorno multipolar de orgullo leonés

28/06/2015
 Actualizado a 14/09/2019
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Supe quiénes eran mis paisanos, lo que era una manifestación y que existía la ciudad de Valladolid cuando vi a los primeros hacer lo segundo contra lo tercero. Yo era entonces un microbio de 7 años pero me pude enterar de que no vivía en una comunidad autónoma sino en una incongruencia histórica, porque se la había inventado Rodolfo MartínVilla (en un momento de inspiración gastronómica) y contra la que protestaba el leonesismo que se había inventado JuanMorano Masa (en un momento de inspiración política). Cuando iba a empezar a adquirir conciencia de la realeza de mis antepasados y de la opresión pucelana, cambió el alcalde y, a partir de entonces, nos teníamos que fijar todos en otra época histórica en la que no había ni agravios ni desagravios, en la que todos juntos forjábamos el sentimiento de comunidad y en la que el imperio no estaba en las consejerías vallisoletanas sino que habían sido unos romanos que acamparon aquí y terminaron fundando esta ciudad.Nos proponían recorridos por la capital siguiendo huellas de legionarios y observar una muralla que aún hoy amenaza ruina y por la que yo un día había visto trepar a mi tío Yuma, algo que, junto a su aspecto, me hizo pensar que era la reencarnación de Astérix. La discusión, que por lo que he podido concluir siempre la hay independientemente de la época histórica y del alcalde de turno, se centraba entonces en si la ciudad había nacido a partir de una legión o de otra, pero volvió a cambiar el que mandaba en el ayuntamiento y el nuevo, más bien los nuevos, decidieron que todos teníamos que estar muy orgullosos del 1.100 aniversario de nuestro reino. Todas las conferencias y exposiciones trataban sobre ese asunto del que los leoneses nos teníamos que concienciar porque había sido fundamental para nuestras vidas. Llegó otro alcalde con otro historiador de cabecera (en este caso inglés) y entonces nos pidieron que se nos hinchara el pecho porque éramos la cuna del parlamentarismo. Otro aluvión de conferencias y exposiciones de ésas que consiguen el mismo efecto que el profesor de instituto cuando se empeña en convencerte de que un libro es bueno. Ahora ha llegado otro alcalde con otro historiador de cabecera (historiadora, en este caso) y resulta que todos tenemos que enorgullecernos de tener tan cerca en Santo Grial, da igual que no creas en la existencia de la Última Cena ni en sus postres. Al final ya no sé de qué me tengo que sentir orgulloso, ni si soy leonés o leonesista, cristiano o judío, legionario o emperador.Es posible que me termine sintiendo vallisoletano, aunque no lo pretendiera. Pero como si hay algo de lo que me siento orgulloso es de no tener la necesidad de sentirme orgulloso por nada, al final lo que me pasa es que me molesta profundamente la ligereza con la que tratan mi pasado, sobre todo porque pienso que, si hacen eso con la Historia, ¿qué no harán con mis impuestos?
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