Mirar al Sáhara con otros ojos

Una oftalmóloga del Complejo Asistencial de Zamora coordina en los campamentos de Tinduf (Argelia) un proyecto de capacitación de 14 técnicos en optometría saharauis

Ical
02/07/2017
 Actualizado a 13/09/2019
Equipo de salud visual. Ministerio de salud pública (Fotografías cedidas por María Sanchidrián). | ICAL
Equipo de salud visual. Ministerio de salud pública (Fotografías cedidas por María Sanchidrián). | ICAL
El Aaiún, Auserd, Dajla y Smara son, probablemente, cuatro de los topónimos más emocionalmente sobrecargados y, al mismo tiempo, más desconocidos de todo el mundo. Esos cuatro nombres se corresponden con sendas ciudades del Sáhara Occidental y dan su denominación, a medio camino entre el homenaje y la protesta, a los campamentos de refugiados saharauis ubicados en Tinduf, al suroeste de Argelia.

Allí residen desde hace más de 42 años unas 150.000 personas en unas condiciones deplorables; gran parte de ellas, en tiendas o en precarias construcciones de adobe, sin apenas servicios, soportando temperaturas que pueden superar en verano los 50 grados y bajar de cero por las noches y dependientes por completo de una ayuda internacional que, para colmo de males, empezó a flaquear desde el inicio de la crisis económica.

Muchos de los refugiados saharauis que viven en los campamentos de Tinduf son de tercera generación y todo apunta a que se prepara la cuarta, como parte de un fracaso de la política internacional que nadie parece saber cómo atajar.Numerosas organizaciones nacionales e internacionales procuran hacer sus contribuciones para aliviar en la medida de lo posible la dureza de la vida de esas decenas de miles de personas atrapadas por su propia condición. Sin ir más lejos, en el ámbito local, la Asociación Zamora con el Sáhara recibe durante estos días a medio centenar de menores que pasarán dos meses en la provincia gracias al programa “Vacaciones en paz”, que tiene su réplica por distintos puntos de Castilla y León.Proyectos en cuatro paísesEn este contexto, la labor solidaria y de concienciación va todavía más allá para personas como María Sanchidrián. Esta oftalmóloga nacida en Ávila hace 37 años desarrolla su tarea profesional en el Complejo Asistencial de Zamora y lleva ocho años colaborando en proyectos de cooperación internacional. De hecho, durante los últimos seis meses su lugar de trabajo ha sido, precisamente, el suroeste de Argelia.María Sanchidrián participó sobre el terreno desde octubre de 2016 hasta abril de 2017 en el proyecto de ayuda humanitaria denominado “Ojos del Sáhara”, promovido por la Fundación Ojos del Mundo, con sede en Barcelona, e íntegramente financiado por la Agencia Española de Cooperación, además de contar con el respaldo de la Junta de Castilla y León a través de la Gerencia Regional de Salud, que facilitó el correspondiente permiso de cooperación al desarrollo. En este apartado, destaca también el “apoyo incondicional” de la Asociación Zamora con el Sáhara.La Fundación Ojos del Mundo desarrolla en la actualidad varios proyectos de cooperación internacional en áreas en vías de desarrollo y de ayuda humanitaria en Bolivia, Malí y Mozambique, además de su tarea en los campamentos de refugiados de Tinduf, donde tiene presencia activa desde hace más de 15 años.Durante ese semestre, fue posible realizar una labor asistencial masiva a la salud visual de más de 3.000 saharauis, incluidas patologías médicas, cirugías y urgencias y la doctora Sanchidrián coordinó personalmente la capacitación del personal sanitario local para el área de Oftalmología. “Se facilita la capacitación del personal sanitario que hay en los campamentos para dar asistencia en salud visual mediante el apoyo al departamento de Oftalmología, que está conformado por 14 técnicos en Optometría, que no son médicos. Hacía yo las cirugías porque los técnicos pueden tener capacitación médica pero no quirúrgica”, puntualiza la oftalmóloga. “Son de origen saharaui, con formación en Cuba, y llevan las funciones de ópticos, es decir, graduación y temas de refracción y de taller de óptica y son quienes dan asistencia en patología oftalmológica y salud visual a la población de los campamentos”, añade.María Sanchidrián fue voluntaria durante más de una década de Cruz Roja Española en Salamanca, en proyectos dedicados a juventud y educación para la salud, e inició en 2010 su colaboración internacional, concretamente, en Guinea-Bisáu y, después, en Camerún, con diferentes campañas asistenciales en las que invertía el tiempo de sus vacaciones.La posibilidad de trabajar en proyectos más largos, “con mayores implicaciones”, se intensificó con la realización de un máster internacional de cooperación en el que se formó como técnica de cooperación y ayuda humanitaria. Posteriormente, empezó a trabajar en formación y capacitación de personal sanitario. “Mi primer viaje a la zona fue a través de la Asociación Zamora con el Sáhara y, después, seguí colaborando con varias campañas asistenciales a través de la Fundación Ojos del Mundo, con la que actualmente estoy desarrollando los proyectos como el de esta estancia de seis meses”, comenta. “He podido hacer este trabajo gracias a la colaboración inestimable que desde las diversas instituciones de mi entorno se me ha brindado. He viajado mediante el permiso que hay a tales efectos para colaborar en proyectos en áreas en vías de desarrollo, proyectos de cooperación internacional y ayuda humanitaria a través de la Junta de Castilla y León”, rubrica.Toque de quedaLa vida diaria en el suroeste de Argelia no es fácil, tampoco para una médica a quien se le deberían presuponer las puertas abiertas por estar prestando una ayuda impagable a la población allí asentada. La consulta oftalmológica empieza a organizarse a las 9.00 horas y es fácil que se prolongue ininterrumpidamente hasta las 17.00 horas, a lo que se añade la labor institucional y administrativa, la asistencia a pacientes ingresados en los hospitales y las urgencias. Así, de lunes a domingo, lo que presupone jornadas semanales de unas 80 horas.

Por añadidura, desde que se produjeron los sonados secuestros a dos cooperantes españoles y una italiana en octubre de 2011, la seguridad merece un capítulo aparte. “La zona está convulsa. Hay un cruce de caminos, frontera de Malí y Mauritania con problemas de índole internacional que salpican a la zona… Por eso estamos bajo un protocolo de seguridad de las Naciones Unidas”, apunta.

Ese protocolo obliga a los cooperantes a pasar la noche en instalaciones protegidas con un muro y un servicio de seguridad permanente, con el preceptivo toque de queda desde las siete de la tarde hasta las ocho de la mañana que solo puede romperse si hay una urgencia aunque, eso sí, se acude a ella con la correspondiente escolta. “La vida te va desgastando poco a poco, supongo. Trabajar allí es muy intenso. Las jornadas son maratonianas y se trabaja los siete días de la semana”, indica.

Los quirófanos disponibles se encuentran en el Hospital Nacional de Rabuni, donde está la infraestructura médica más importante, si bien en cada una de las denominadas “wilayas” (provincias) hay un consultorio de oftalmología en los hospitales regionales. “Se han organizado consultas en todas las ciudades de los campamentos de tal manera que se pasaba esa consulta diariamente con los técnicos que allí estaban ejerciendo su labor. Esto permitía una media de unos 40 pacientes al día, de visitas de todo tipo de edades y de patologías”, expone. “Los técnicos iban trabajando sobre esta población con la idea de mejorar el diagnóstico, de implementar los tratamientos y de ahí se derivaba también una lista de espera quirúrgica de la que yo me hacía cargo”, precisa.

En este difícil contexto, la formación y capacitación de esos catorce técnicos saharauis empieza a conformar un departamento de salud visual que permite tratar las principales causas de ceguera propias del desierto. “Probablemente, sea la región del mundo donde hay más patología ocular”, sentencia Sanchidrián. “Las principales causas en África y en esta zona se cumplen. Siguen siendo los defectos de graduación no corregidos, las cataratas que precisan cirugía y, luego, algunas líneas de trabajo importantes que nosotros estamos también ahora desarrollando de modo masivo y que están produciendo esas tasas de ceguera irreversible tan elevadas son el glaucoma, la diabetes y los problemas que afectan a la infancia”, enumera.

En los campamentos de refugiados de Tinduf se desarrollan cuatro campañas quirúrgicas, dos de las cuales corresponden a la Fundación Ojos del Mundo, mientras que las otras dos están a cargo de Médicos del Mundo. “Durante mi estancia allí, he hecho casi un centenar de cirugías. Colaboré con una de las campañas quirúrgicas y, el resto del tiempo, ha permitido el abordaje de cirugías preferentes, es decir, las que no pueden esperar a una comisión quirúrgica, como cataratas complicadas”, señala. “También hemos dado atención preferente al glaucoma, es una de las patologías que está más denostada y desdeñada en la zona”.

En el mundo hay unos 300 millones de personas que padecen alguna discapacidad visual, de las que 40 millones son totalmente ciegas.En el mundo hay unos 300 millones de personas que padecen alguna discapacidad visual, de las que 40 millones son totalmente ciegas. El 90 por ciento de esas personas con discapacidad visual vive en áreas en vías de desarrollo o ayuda humanitaria y, además, el porcentaje es “mucho más significativo” entre el grupo de las mujeres. “En el ámbito de la oftalmología infantil, el mayor problema que hay es la desatención, ya que durante años no se ha trabajado de modo específico atendiendo a este grupo poblacional”, resalta. “Muchos niños, por ejemplo, necesitan gafas y no han ido nunca a consultas, sin contar con las patologías propias que se dan en la infancia. A ello se añaden temas socioculturales. Por ejemplo, llevar gafas o llevar parches para los ojos vagos pueden ser motivos de exclusión social”.

Para el futuro cercano de los proyectos de cooperación en Tinduf, se perfilan nuevas líneas de trabajo como la que pretende paliar las principales causas de ceguera irreversible en la zona y la incidencia creciente de la diabetes. “El porcentaje de diabéticos en campamentos es muy elevado, sobre todo por la dieta hipercalórica asociada a un sedentarismo. En una población desasistida de modo sistemático, la mayor parte de los diabéticos sufren algún tipo de complicaciones, entre ellas, las oculares”, advierte. “Entonces, de aquí a los próximos años, las tasas de afectación de diabéticos y de ceguera por diabetes, probablemente, sean elevadas. Y es algo que a nosotros nos preocupa notablemente y así lo estamos poniendo de manifiesto delante de las autoridades sanitarias”, concluye.
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