Jaranas andorranas

31 de Enero de 2021
Se armó tremendo quilombo con lo de los ‘youtubers’ que se van a Andorra para pagar menos impuestos. Venga, otro jaleo más para tenernos discutiendo mientras caen los cascotes. Pues ea, que no se diga: Ni vamos a hacerles la ola porque escapen del ‘estrangulador’ sistema impositivo español ni a rasgarnos las vestiduras por la ‘falta de solidaridad’ de El Rubius, TheGrefg y compañía. Y nada de llevarse las manos a la cabeza por el déficit de ‘ejemplaridad’ para las nuevas generaciones o la ‘degradación’ de las formas de entretenimiento de la rapazada. En esto, como en otras tantas cosas, El Fary siempre de referente: ‘Deja que los chavales caminen como ellos camelen’.

Dicho lo cual, subrayar mi más absoluta admiración hacia el colectivo ‘gamer’ y ‘youtuber’, por ser el más preparado del espectro laboral para hacer frente a la pandemia. Encerrados en casa durante años como ‘hikikomoris’ y con las pantallas como fuente de ingresos y única mediación con el mundo exterior, anticiparon el futuro que nos chuparíamos el resto. Genuflexiones y reverencias hacia ellos.

Ahora bien, se suele pasar por alto un asunto que queda escondido entre tanta palabra: ¿Qué aportan exactamente estos ‘youtubers’? Todos ellos responden prestos y dignísimos: somos ‘creadores de contenidos’. Y esa palabra, ‘contenido’, viene a ser como ‘movida’, ‘chisme’ o ‘telara’: Un paraguas que alberga todo y no cobija nada. Según esa respuesta, cualquier cosa que se suba a internet, desde un ‘post’ de Twitter a una foto de Instagram, es contenido. Lo cual nos acota el significado de la acepción a todo aquello que sea transformable en unos y ceros. Y que, por tanto, consuma ancho de banda. Y que, por tanto, valga dinero. Pero si nos ponemos a analizar esos contenidos, veremos que en la mayoría de los casos están ‘huecos’. No porque casi siempre los produzcan ‘jambos’ echándose partidas a videojuegos (yo mismo me tiraba horas como espectador de las rondas de cinco ‘duros’ del ‘Golden Axe’; respeto ahí, siempre), sino porque su contribución ‘creativa’ se limita a repetir las mismas bromas privadas y autorreferencias una y otra vez. Como el circuito de refrigeración de un coche que se retroalimenta a sí mismo, las horas se quemanante un universo cerrado al que no se le puede meter nada y del que es imposible sacar nada. La gran falacia, por tanto, de este asunto es que se confunden contenido y continente: lo que importa es que metas cosas en la plataforma, da igual qué. Hay alguno, como Ibai Llanos, que se apresuró a proclamar que él no es como el resto y que se quedará en España para ‘pagar’ hospitales. Al poco, casualidad, le salió un suculento ‘bisnes’ para retransmitir partidos de La Liga. La integridad, que va por barrios... andorranos.