23/03/2016
 Actualizado a 19/09/2019
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De niño, cuando trotaba por la Vega de Armunia, potrillo, la palabra ‘jeta’ era tabú, se refería a la más pura carnalidad erótica femenina, leonesismo hoy desacralizado. Sirve ahora para definir a los caradura, los de la jeta de cemento armado, los que, mientras con una mano despotrican y amenazan a los corruptos y evasores fiscales, con la otra nutren sus cuentas de Suiza, Andorra y las Islas Caimán (bonito nombre) con las sacas del 3/5/10% y etc. de las mordidas, sobrecostes, desvíos y metemanos en todas las cajas del abecedario. En esta rapiña ocupa un lugar destacado, por lo simbólico, el minero Fernández Villa, el de Soma-UGT (súmate ésa), el del pañuelo rojo, que guardó cerca de 250 millones de pesetas bajo la liga obrerista.

Cándido Méndez ha entregado ahora la cabeza de UGT a otro jeta, cuyo principal mérito combativo es haber mutado su nombre, José, por el de Josep (léase Yusép). Lleva el obrero manual más de cinco lustros ilustrando e insuflando catalanismo independentista a la masa proletaria de Cataluña, la emigrante, realizando por encargo una limpieza etno-lingüística mucho más eficaz que la de los Balcanes. Asturiano renegado, como el otro minero de guante blanco, ha sido el servidor más fiel y entregado a la causa antiespañola de los Pujol, Mas y Puigdemones habidos y por haber, adoctrinando y domando y comprando y vendiendo y justificando y traicionando y amordazando cualquier atisbo de crítica al movimiento nacional catalán, convirtiendo al sindicato en un partido nacionalista más.

Recién proclamado, Yusepe ha dejado muy clara cuál era su misión: defender el eufemismo independentista del derecho a decidir. He aquí la gran tarea del sindicato socialista obrero español. Lo que ha hecho en la UGT de Cataluña pretende ahora instalarlo en la UGT de toda España. Nunca la burguesía catalana había tenido mejores servidores, desde aquellos matones del Sindicato Libre de la patronal catalana («la de más negra entraña», como escribió Valle-Inclán) de los años veinte. Socialismo e independentismo son caras de la misma moneda, ha dicho. ¡Caras nos van a costar estas caras y estos caraduras!

El Gran Jeta es la cara visible, la avanzadilla de ese ejército de ocupación mental, psicológica y política con que el independentismo pretende vencer la resistencia democrática española, a la que tacha de facha para desmoronar toda su legitimidad. El otro ala de ese ejército son los podemistas de a-ver-si-podemos, que desfilan con el estandarte de la plurinacionalidad, otro caballo de Troya ideológico y sentimental.

Josep tiene siempre en los dientes eso de la ‘casta española’, ‘los ultras de Madrid’, pero nada dice de la ‘casta catalana’, la que le subvenciona a fondo perdido. Ha sido especialmente beligerante en la defensa de la ‘inmersión lingüística’, o sea, la sumersión en el catalán de todo niño viviente desde la guardería, ignorando su lengua materna. Dice que hay «un consenso brutal en torno a este modelo lingüístico». Brutal sí que lo es, desde luego.

Lo más ofensivo y provocador es que a jetas como éste, entregados por entero a la causa disgregadora nacional, los estemos pagando generosamente todos los españoles.

P.D. Hablo con conocimiento y experiencia. Estuve en el PSC y la UGT cuando empezó todo. Me echaron, claro.
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