Señales malditas

23/05/2017
 Actualizado a 12/09/2019
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Como si una maldición gitana de esas que empiezan con ‘mal rayo te parta’ cayera sobre la comarca, uno de los cipreses del cementerio de Cacabelos se convertía en fuego y dejaba estampas casi infernales que no alentaban a ninguna bendición. El primer amén llegaba de la mano de una manguera sentenciadora que mitigaba los efectos de un Dios adverso que quería darse a ver desde una severa llamarada pintada detrás de una lápida. Aviso entendido: estamos a un paso del fin y senos viste de diablo. El segundo, igual de escabroso, pero tocando ya lo sublime en los niveles de ‘freakada’. Dos menores se adentran en una iglesia que siempre está abierta por si amenaza el gusanillo del rezo a deshora y se dedican a entablar un diálogo con el demo. Un escupitajo rabioso a la pila bautismal, pintadas en la Biblia, las velas boca abajo… Segundo amén por parte de la policía que se lleva a las protagonistas de un acto ‘satánico’ bastante estúpido. Otro aviso de que está cerca tirar de la cadena y que nos vayamos al compás del baile del agua, dibujando tirabuzones en perfecta armonía, haciendo aguadillas al de al lado y a carcajada de cortometraje. Y si de señales de tocar fondo hablamos, Compostilla y Anllares aportan la suya. Amenazan con romper la relación que mantenían con el Bierzo, así, sin más, despidiendo al amor. Y mientras, el cielo se deja caer enterito sobre la agroalimentación que pretendía servir de tirita a las heridas ahora, redimidas por un torniquete muy temporal.
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