15/03/2017
 Actualizado a 18/09/2019
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El Ayuntamiento de Madrid ha pintado de verde los setos y árboles del Bosque del Recuerdo del 11-M. Es noticia verdadera, no postverídica. El Ayuntamiento carmenitano lo justifica: «Se han pintado de verde para minimizar el impacto de verlos muertos en el acto de conmemoración del atentado de Atocha». Un simple lavado de corteza, pero con «una pintura especial que no los daña» (¿pero no estaban muertos?).

Un portavoz de la Concejalía de Medio Ambiente nos lo explica: «Se intentó cambiarlos pero no se encontró planta de calidad en viveros nacionales e internacionales. Por este motivo y siendo Bien de Interés Cultural El Retiro se pidió autorización a la Comisión de Patrimonio Histórico, dependiente de la Comunidad de Madrid, para cambiar las especies. Cuando llegó la autorización ya era tarde para realizar la plantación de cara al 11-M, por lo que se decidió utilizar pintura verde para minimizar el impacto de estos setos muertos ante un acto tan importante».

La prosopopeya es propia de don Latino de Hispalis: «¡no se encontró planta de calidad en viveros nacionales e internacionales!» Debieron de ir a buscarla a Venezuela o a Irán. Pero hay más: ¿Se pidió permiso para plantar otras especies «de cara al 11-M» y esa autorización no llegó a tiempo? ¿No llegaron las especies o la autorización? Porque un árbol se puede plantar en un cuarto de hora. ¿Insinúa el o la portavoz que la culpa fue de la Comunidad de Madrid, que retrasó el permiso? ¡Con lo fácil que hubiera sido cuidar y reglar los árboles a tiempo!

Parece ser que esta misión imposible estaba encomendada a los jardineros de Acciona, una empresa ‘global’, que lo mismo te pinta un árbol que te construye una autopista en Toowoomba, Australia. Preocupados por el cambio climático, se ve que decidieron ahorrar agua y mano de obra regante. ¿Que se mueren los árboles? Poco importa, con un ¡píntamelo de verde! lo arreglamos.

Más allá de todo lo que esto en sí mismo supone (incluido el desprecio a las víctimas del 11-M, representadas en esos 192 árboles carcomidos), yo veo en este «píntame angelitos verdes» la metáfora de otras muchas cosas que nos ocurren, y cuya lista sería interminable. Por ejemplo, vean cómo Rajoy reacciona ante la grave situación que carcome el Estado, las leyes y los derechos de los ciudadanos en Cataluña: ¡Soraya, vete y píntalo de verde! O Albert Rivera en Ciudadanos ante la misma situación: ¡Inés, píntalo de verde y, de paso, sirve al personal una paella! Y el PSOE, a través de ese pintor de angelitos verdes que es Iceta: ¡Píntanos de verde la independencia de Cataluña y que parezca federal! Y Pedro Sánchez, adelantándose a Iceta, con brocha gorda: ¡Déjame a mi pintar de verde a la España Plurinacional!

¿Y los de Podemos? Son maestros del arte pictórico, capaces de pintar de verde hasta el aire, no solo los árboles del Retiro. Eso sí, ellos van siempre con la verdad por delante, entiéndase, con el cubo de pintura para ocultar vergüenzas propias mientras provocan a los demás con amenazas desnudas: ¡la manga riega, que aquí no llega! Monedero, que enseguida aprendió a pintar de verde sus cuentas venezolanas, es uno de los activistas más locuaces, capaz de poner verde a cualquier Errejón que se ponga delante. Iglesias Turrión, ya precipitándome metáfora abajo, cada día se me asemeja más a un olmo con grafiosis, muy necesitado de una buena mano de pintura.

No sigo. Que cada cual amplíe y extienda la metáfora a otros muchos asuntos nacionales, esos que siempre se tratan de tapar con una manita de pintura, aunque huelan a perro muerto. Por ejemplo, el caso Urdangarín, o el del clan de los Pujoles, o la carcundia del Palau y de Mas y Más, o el de los ERE que no eran, o el del PP que sí lo era y lo es, pero no importa. O el de los jardineros separatistas, expertos en el manejo del espray para pintar estrelladas hasta en las alcantarillas, para que no huelan… Aquí hay muchos empresarios pintores, y jueces, y periodistas y, sobre todo, políticos forestales que pretenden convencernos de que el bosque no está quemado, sino rebosante de brotes verdes… ¡pintados!

El deterioro nacional avanza día a día y pronto será imposible pintar de colores la cruda realidad. Ya no podemos confiar ‘en lo que hay’, hay que intentar algo distinto. Por instinto de supervivencia. Si lo perdiéramos, entonces sí que estaríamos jodidos.
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