22/11/2015
 Actualizado a 17/09/2019
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Hay que cumplir la Ley», dice cada viernes Soraya en la homilía del Consejo de Ministros, con la cara torcida por la tortícolis catalana. «Hay que cumplir la Ley», salvo que seas Hollande y apliques la Ley del Talión: ojo por ojo, diente por diente. Así de civilizados somos.

No recuerdo que ningún país africano o mesopotámico haya bombardeado Europa en los últimos dos mil años, pero ayer los aviones Tu-95MS de Putin descargaron 12 misiles de crucero y miles de bombas contra 200 poblaciones sirias en las que viven hombres, mujeres y niños inocentes. ¡Qué borrachera! ¡Qué orgía de odio y violencia!

Pero ahora Putin es de los buenos y la vicepresidenta y su jefe callan y miran para otro lado, mientras Hollande y Putin se pasan la legalidad internacional por el Arco del Triunfo.

«Hay que cumplir el déficit» dicen muy serios, pero van Francia y Bélgica y se meten en gastos –la guerra es muy cara– y donde no hay un céntimo para escuelas o para refugiados sirios, aparecen millones de euros para 5.000 nuevos policías. Pronto Alemania y España seguirán «la senda del crecimiento»: aunque no tengamos para comer, no escatimemos en bombas y ejércitos. Sembradores de odio y miedo, nos amedrentan con armas biológicas y químicas, pero son ellos, gobiernos «civilizados» como los de Francia y Reino Unido, los que llevan años fabricando bombas nucleares y explosiones atómicas en Mururoa.

En medio de esta locura, apenas se ha escuchado débil –aunque su mensaje fue firme y contundente– la voz del Papa Francisco. No interesa a los amigos de la guerra, a los que venden armas como nuestro ministro Morenés, o hacen negocios con la dictadura siniestra Emiratos Árabes Unidos [BOE 19 de noviembre 2015].

Estos sembradores de miedo y odio solo cuentan los muertos de Madrid o París (todo mi respeto para cada uno de ellos), pero nunca han guardado un minuto de silencio por los cinco millones de inocentes asesinados por las bombas y las tropas occidentales en Afganistán y Siria en los últimos veinte años.
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