Me sentó de mal

21/08/2017
 Actualizado a 18/09/2019
Guardar
Dos señoras en el mercadillo de los lunes de Boñar. Una de ellas, que se duele de los desplantes de una nuera, se detiene en el episodio de la elección de un vestidito para la nieta, que la ‘otra’ le hace devolver por no ser de moda. ¡Me sentó de mal…! Aunque todo queda relevado a un segundo plano cuando Ana me comunica, sofocada, que le acaban de robar la cartera sacándosela del bolso por el método del empujón sin sintiendo. Una vieja me pegó un empujón y me sentó de mal…

María Ferrer Diez, de Trobajo del Camino, en su libro ‘Los hijos del Esla’ zanja el viejo dilema del nacimiento del río, y al cronista le sienta de mal… El dilema pervive, y no se atrevieron a poner en duda a José María Merino y Juan Pedro Aparicio en su famoso libro ‘Por los caminos del Esla’ «el Esla nace en San Glorio, Pandetrave, y Arcenorio». Pues la autora lo hace nacer en Maraña, hurtándole así dos de sus fuentes. Y el cronista se pregunta cómo ha podido descubrirlo si ni los geógrafos se ponen de acuerdo.

Visita a la plaza del Grano. Al cronista le sentó de mal… ¡Vaya ‘estropicio’! ¡Vaya timo de la estampita!

El cabreo le dura todavía cuando llega a la librería Universitaria y se hace con el libro de Oscar M. Prieto, de título difícil: ‘40’, pero que promete mucho. «Existir en realidad no deja de ser una sorpresa cuando uno se da cuenta» lee a bote pronto. No le sentó de mal el recordar que era su amigo.

En el obrador de Pastelerías Esla de Sahelices de Sabero han comenzado a elaborar unos dulces con el nombre de Cazurros que, al entrar en el paladar, uno no pierde el andar, sino el sentido de la realidad. Ya era hora de que alguien endulzara esa palabra que los leoneses llevamos como un baldón, cuando debiera ser motivo de orgullo, y un gran honor. Y no le sentó de mal que hubieran sido premiados en Valladolid.

Le sentó de mal comprobar que hasta el cauce del Esla, desde el puente de Sabero para abajo no hay manera de acercarse sin tener que desbrozar la maraña de vegetación que ha ido borrando las orillas, viéndose el viajero obligado a adivinar la presencia de la corriente tan solo por el murmullo que el menguado hilo de agua va produciendo al deslizarse suavemente por la memoria.

Y el acudir al Museo de la Siderurgia y de la Minería de Sabero a escuchar al maestro y poeta Antonio Gamoneda tampoco le sentó de mal.
Lo más leído