20/01/2016
 Actualizado a 19/09/2019
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El pijo es un clasista que busca distanciarse de la plebe hablando, vistiendo y exhibiendo modales y gustos que le hagan sentirse distinto y superior a la mayoría. El nuevo pijo también busca distinguirse hablando, vistiendo y exhibiendo modales y gustos que le hacen sentirse moralmente superior a los demás. Los dos comparten la misma necesidad de distinción, de captar la admiración de los demás, pero mientras el pijo de la derecha ha entrado en decadencia por el rechazo social, el neopijo de izquierdas ha pasado a ocupar lugares privilegiados de exhibición pública (televisión, radio, periódicos y espacios exclusivos de la política).

El neopijo es un retroprogre que se alimenta de todos los tópicos ideológicos de la vieja izquierda donde se amalgama:

El leninismo con el animalismo.

El feminismo lesbiánico, con el uniformismo soviético.

El buenismo santurrón con los de fuera, con el odio hacia los de dentro.

La tolerancia hacia otras culturas, con el desprecio a la propia.

La defensa del plurinacionalismo excluyente, con la negación del nacionalismo compartido.

La autodeterminación contrademocrática de los incontables pueblos de España, frente a la única determinación democrática del pueblo español.

El asambleísmo igualitario, con el centralismo estalinista y el culto a la personalidad.

El insulto y desprecio hacia los ‘otros’, con la benevolencia y la defensa incondicional de los ‘nuestros’.

El matonismo falangista contra ‘los de arriba’, con la beatería, cursilería y paternalismo hacia ‘los de abajo’.

El propalestinismo, iranismo y chavismo, con el antisemitismo visceral.

La democracia ‘instrumental’, con el oportunismo descarado y sin escrúpulos.

Etcétera.

Los nuevos pijos cambian en lo superficial pero mantienen el mismo sentimiento de superioridad moral y política que les otorga relevancia social. Su ideología es más rancia y trasnochada que la de Berlusconi, pero en lugar de traje y corbata y ropa cara se disfrazan con rastas, melenas, flequillos de hacha, feísmo exhibicionista, ignorancia e ínflulas proletarias. Todo muy natural y espontáneo. Cambian la moda de las marcas por las marcas de moda: Podemos, CUP, Colaus y Carmenas, Mareas y Compromisos, Puños y Mochilas, Chapas y Lazitos de todos los colores. Dicen que se identifican con ‘la gente’, pero lo que exigen es que la gente se identifique con ellos. Viven para hacer gestos, lograr titulares, llamar la atención televisiva. Algo sí han logrado: pasar de casimileuristas a cuatrimileuristas. Unos pocos, claro.
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