Lógicamente internet hoy nos ha cambiado la vida porque podemos llegar a todo tipo de información, pero en aquellos años acceder desde una pequeña ciudad de provincias como León a todos estos movimientos no era una tarea sencilla precisamente. "Como decía una de las canciones de Los Flechazos, ‘aquellos cientos de buzones repletos de cartas’, nosotros teníamos una red social sin necesidad de ordenadores. En nuestra pequeña escena mod teníamos conexiones con los mods de Málaga, Barcelona, Madrid. Vitoria, Asturias..., realizábamos viajes, íbamos a fiestas y ellos venían a las nuestras. Así nació el Purple Weekend. Después de que me fuera de viaje a pasar cinco días con gente que apenas conocía en una concentración mod mediterránea que tuvo lugar en Barcelona y a la que acudieron mods franceses, italianos y de toda España regresé a León con la idea de querer hacer algo similar en mi ciudad", recuerda Álex, que reconoce el papel jugado por la televisión a través de programas como ‘La edad de oro’ de Paloma Chamorro en el que «igual veías la actuación de Los monaguillos o de Los Nikis como te ponían un reportaje sobre un artista plástico como Christo o daban a conocer las últimas exposiciones en las galerías madrileñas. De alguna manera te llegaba, aunque a cuentagotas".
Álex Cooper reconoce que con motivo de la charla de mañana ha estado reordenando sus viejos libros y se ha percatado que del autor que más libros tiene es Anthony Burgess, del que Kubrick adaptó una novela suya que daría lugar a una de las películas más emblemáticas de los setenta, ‘La naranja mecánica’. "Yo estudiaba Filología y fue un escritor que me interesó desde el principio, cuando descubrí que había sido parte muy activa de la elaboración del lenguaje que aparece en ‘En busca del fuego’, de Jean-Jacques Annaud. Como especialista en lenguas indoeuropeas, Burgess asesoró a los actores cómo tenían que gruñir para recrear el habla del hombre prehistórico. Accedí a Anthony Burgess a través de la Trilogía Malaya. Cuando llegué a ‘La naranja mecánica’ ya había visto la película y mi primera reacción ante ella fue de rechazo a la ultraviolencia. No podía fijar de dónde venían las cosas y cuál era el objetivo de lo que allí se planteaba. La lectura del libro me ayudó a comprender mejor la historia y a descubrir que el manuscrito tenía mucho que ver con las peleas entre mods y rockers a principios de los años sesenta en Inglaterra, que fue como la chispa del clima de violencia que se generó por parte de pequeños pandilleros contra la población. Porque la iconografía de la película tiene más que ver con las bandas de skinhead de finales de los sesenta", aclara Cooper, que reconoce conserva todavía los libros de su adolescencia. "De hecho el domingo los puse todos encima de la mesa del salón, les hice una foto y en redes sociales dije que estaba preparando la charla del miércoles. Estaba desesperado porque no encontraba ‘El buda de los suburbios’ de Hanif Kureishi y ‘Ciudad de ébano’, de Colin Macinnes y por suerte me escribió rápidamente Elena, de Los Flechazos, diciendo que los tenía en su casa".