29/06/2016
 Actualizado a 12/09/2019
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Así, a vuela tecla, y sin necesidad de sesudos análisis, se me ocurren algunas reflexiones a propósito del ‘brexit’ británico y el ‘sorprexit’ hispánico.

SOBRE EL ‘BREXIT’
– La democracia es votar, pero la democracia tiene que asegurar que los ciudadanos reciban una información suficiente, veraz y no manipulada, antes de votar.
– El referéndum es una forma excepcional de consulta, no sirve para solucionar problemas, sino para ratificar decisiones que aseguren la cohesión social, no para disgregar o dividir. Siempre debe exigirse una mayoría cualificada, no simple, para dar por válido un resultado (mensaje a los independentistas).
– No hay mal que no traiga algo bueno: Europa, libre de las imposiciones británicas, debe avanzar en el camino de una mayor democratización, mayor integración social y económica, eliminación de paraísos fiscales internos, una política exterior y de defensa más decidida y eficaz.
– El nacionalismo es un pensamiento y un sentimiento con el que siempre hay que contar. O se fundamenta en razones y convicciones democráticas, o deriva en populismo, supremacismo y xenofobia.

SOBRE EL SORPREXIT
– El miedo, en momentos de crisis e incertidumbre, es la reacción más natural: se prefiere lo malo conocido.
– Se derrumba la teoría que sobrevalora la influencia de los líderes carismáticos: ni la cuidada imagen personal, ni la capacidad retórica, ni los trucos teatrales, ni la manipulación mediática, ni la sobreexposición televisiva, ni la banalización de sus mensajes, nada de todo esto es decisivo.
– Tampoco es cierto que la ideología carezca de importancia. El transformismo, el chaqueteo, la amalgama, la transversalidad, el oportunismo, la falta de ideas y convicciones, todo esto acaba haciendo desconfiar a la mayoría.
– Izquierda y derecha siguen siendo las alternativas fundamentales, muy difíciles de suprimir o dejar de lado. El centro derecha y el centro izquierda son los espacios ideológicos en los que la mayoría se siente más cómoda. Si estos espacios no están bien definidos (y defendidos), la tendencia del centro derecha es ir hacia la derecha, y la del centro izquierda es ir hacia la abstención.
– La mayor crisis de los partidos en España se sitúa en la izquierda. La derecha, pese a su indefinición, corrupción y falta de sensibilidad social, está consolidada en torno a un gran partido que aglutina a casi todo el espectro. La izquierda, en cambio, está fragmentada, disgregada, carente de ideas y atenazada por sus dogmas, rutinas mentales e incapacidad crítica.
– Hay una explicación para el triunfo del PP: ha recogido todos los votos preocupados por el avance del independentismo, catapultado en estas elecciones por Podemos con su propuesta de referéndum. Votos nacionales que abandonó el PSOE y Ciudadanos. Aquí el Brexit potenció el ‘Sorprexit’.
– Y por último: los medios de comunicación, encuestadores, opinatólogos, terturiferarios, politontólogos y expertoflautas, todos se dejaron idiotizar, abducir y arrastrar por la arrogancia y el descaro de los podemistas, esa ola a la que la mayoría insuflaba su aliento, algunos con el mismo arrobo y cursilería contenido en ese estúpido eslogan: «La sonrisa de un país». Ni siquiera les preguntaban por qué país era al que se referían. Pero el pavo real no puede mantener su cola hinchada mucho tiempo. Ha llegado la hora de recoger las plumas y, ¡ojalá!, de la desidiotización.

(P.D. Y de que surja un partido de centro izquierda nacional sin complejos que ofrezca un nuevo proyecto a esa izquierda hoy deprimida y desorientada).
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