noemi4.jpg

La líada de Grecia

04/07/2015
 Actualizado a 12/09/2019
Guardar
Canta, oh musa, la cólera del pueblo griego; cólera funesta que causará infinitos males a sus descendientes y precipitará al Hades a muchas almas desesperadas, a quienes la troika hizo presa de perros y pasto de aves -se cumplía la voluntad de los mercados-, desde que se separaron los reyes de la economía y la divina democracia.

¿Cuál de los dioses promovió entre ellos la contienda para que pelearan? La hija del Bundestag. Airada con los griegos, suscitó en el ejército europeo maligna peste y los hombres perecían por el ultraje.

Éstos, deseando redimirse, se quieren presentar ante las urnas por un inmenso rescate. El flechador Tsipras, con las ínfulas del voto del que pende el áureo euro en la mano, a todos los griegos, particularmente a los pensionistas y a los parados y a los exiliados, así les suplica:

¡Griegos de bien, los dioses de los mercados, que poseen olímpicos palacios, os permitan destruir la deuda y regresar felizmente a la patria! Poned en libertad vuestras conciencias y esperad el rescate, venerando al hijo de la Libertad.

Todos los griegos salían a las plazas para para pedir que se respetasen sus opiniones y se admitiera el referéndum, más el luxemburgués Juncker, a quien no place la consulta, le mandó en mala hora con amenazador lenguaje:

«Que yo no te encuentre, Tsipras, cerca de los bancos en corralito, pues quizás no te valgan el voto y el euro. Recuerda que en la Comisión Europea estás lejos de tu patria y pides compartir mi lecho».
Lo más leído