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Estafas de andar por casa

22/03/2017
 Actualizado a 09/09/2019
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La estafa de la que más orgulloso estoy y que no tengo reparos en reconocer es que en mis años universitarios, no tan salvajes como hubiera querido, había algo obligatorio: la compra semanal conllevaba un regalo para el que fuera al supermercado. Es decir, que si tenías la desgracia de que el lunes por la tarde no debías ir a clase, te llevabas un zumo de marca blanca después de cargar con la caja de leche durante un kilómetro. Así de triste y poco fructífera era la visita a la tienda, nada que ver con el siempre ventajoso acompañamiento a los padres, a los que era más fácil pedir algo y no por ello acabar sin fuerza para después alternar. Aun así, nunca se me ocurrió profesionalizar este tipo de estafas tan de andar por casa, y por suerte, no conozco a nadie que lo hiciera, por más que algunos propusieran rutas por los bares en los que era fácil ser invitado o pagar por debajo de lo normal.

Pero si hemos visto más de una vez que los fondos destinados para las ONG se quedaban en el bolsillo de algún político, sobre todo en esta costa española tan acostumbrada a comerciar con cada grano de arena, no debería extrañar que de vez en cuando haya alguien que oferte un gran concierto para destinar los beneficios a una obra solidaria pero que luego no haya nada de nada. Lo hemos visto ahora en León, y ha sido la AECC quien ha salido perjudicada, pero lo que más miedo da es que esto provoque un pavor a colaborar con otros actos solidarios. Porque la excepción no es la norma.
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