Alfonso B&W

El último pétalo

25/05/2017
 Actualizado a 14/09/2019
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Nunca he sido demasiado hábil y admito que me sacan de esto de juntar letras y suelo sentirme como pez fuera del agua. Recuerdo aquellos veranos de infancia en Villaceid, cuando no había preocupación alguna y echarles el pienso a los corderos suponía el mayor reto de cada día, puesto que era un mico y ni siquiera podía con el caldero. Luego iba al invernadero a ayudar a cortar flores y siempre me acababa pinchando con las espinas de las rosas por mucho que mi tía me dijese una y otra vez que las cogiera por la zona más próxima a los pétalos.

Y es que ya dice la canción de Mecano que «una rosa es una rosa» y a los socialistas les está sucediendo lo mismo que al mico de Villaceid, que de tanto pincharse con las espinas rompieron a sangrar las llagas en su piel.

El problema es que apenas quedan pétalos que puedan curarlas. Los ganadores predican unidad con una mano pero afilan la guadaña con la otra, mientras que los perdedores pliegan velas y felicitan al triunfador a regañadientes, sin ni siquiera pronunciar su nombre. Sólo les ha faltado emular al inane Mariano y referirse a él como «ese secretario general por el que usted me pregunta».

Siempre he creído que en política se cumple el dicho de que «de la noche a la mañana cambia el cordero la lana», pero las espinas de la rosa socialista han causado heridas tan graves que al partido sólo le queda quitar la mano de su logotipo y esperar a que caiga el último pétalo.
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