El sacerdote leonés "de culo inquieto" que triunfa en la televisión canaria

Rubén Gallego, natural de San Pedro de los Oteros, lleva dos años de párroco en La Palma. Ha protagonizado un programa en la Televisión Canaria en el que recuerda sus tiempos de sacerdote en León: “La realidad no siempre es bonita”

Teresa Giganto
01/02/2017
 Actualizado a 19/09/2019
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Rubén Gallego, natural de San Pedro de los Oteros, lleva dos años en una zona rural de La Palma, en las Islas Canarias. Hace tres meses, los vecinos de la parroquia en la que se encontraba, Garafía, pusieron el grito en el cielo porque no aceptaban su traslado a otra, pero finalmente no pudieron conseguir que se quedase. No muy lejos, en la misma isla de La Palma, continúa la actividad de Rubén como párroco y hasta allí se ha trasladado el programa Noveleros de Televisión Canaria en una emisión centrada en personajes de “culo inquieto”.

Rubén no puede parar y por eso ha sido uno de los elegidos para este programa. “Es un culo inquieto por obra y gracia de Dios”, dice el reportero y así lo demuestra el sacerdote en cada imagen. Su rutina es frenética. Oficia misas, juega al fútbol, va al gimnasio, sale de marcha y como dicen en ‘Noveleros’: “agota al padre, al hijo y al espíritu santo”.

Es un párroco joven, desenfadado y cercano a sus vecinos jóvenes y mayores. Por eso en el reportaje no podía faltar su cita diaria con aquellos feligreses que por su edad no pueden acercarse a la iglesia y es él quien les hace un rato de compañía. Involucrado en las actividades de la zona, Rubén demuestra cada día cómo predicar no es solo cosa del altar y no desperdicia ninguna ocasión para acercarse a sus vecinos, donde es uno más.

En el programa recuerda también sus tiempos en León, como cuando iba por la calle vestido con alzacuellos y había quien le insultaba por ello. Ahora reconoce que eso no le pasa en las Canarias pero guarda un buen recuerdo de sus tiempos como sacerdote en la montaña leonesa, a donde le enviaron después del primer nombramiento “más corto de la historia”. Era su primer destino y finalizó pronto porque hubo quien se quejó al Obispado porque compró un descapotable.

Aquellos tiempos trajeron otros y ahora está feliz en La Palma y sus vecinos le adoran. No hay cura como él. Y hasta la cámara le quiere.
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