29/03/2015
 Actualizado a 14/09/2019
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Tras recorrer media España presentando mi última novela, he vuelto a constatar lo que ya sabía: que el nuestro es un país de países por más que les duela a los defensores de su unidad a ultranza, pero también que, como dice el título de mi novela, las formas de mirar el agua (y el país) son muy distintas. Mientras que en Galicia o en el País Vasco, por ejemplo, el agua no preocupa ni ocupa a sus habitantes apenas (salvo para saber si, al salir de casa, han de coger el paraguas y el chubasquero), en Aragón la miran con miedo, habituados a que el Ebro inunde las tierras próximas mientras que el resto de la región se muere de sed. En Murcia, donde he estado hace dos días, el agua es, por su parte, casi oro, de tan necesitados como están de ella. No es de extrañar que el coloquio en torno a mi novela, que debería haber sido literario, derivara en seguida hacia su aspecto hidrológico y económico y al de la solidaridad entre las regiones, que allí circunscriben, claro, al reparto del agua y de nada más.

El debate me hizo recordar al que se planteó en León entre los montañeses de Riaño y los regantes del sur a propósito del cierre de una presa que dividió en dos la provincia y que sacó de sus habitantes lo peor de su condición. «El agua de Riaño es nuestra», «Riaño ya», gritaban airadamente en sus manifestaciones en la capital de la provincia o en las pintadas con las que sembraron ésta, sin importarles, aparentemente al menos, el sufrimiento de los riañeses, que venía a unirse al de otros leoneses (Villameca, Bárcenas, Luna, Vegamián) a los que desterraron de sus aldeas para que ellos pudieran regar. En el egoísmo que a la mayoría mueve, la insensibilidad hacia los riañeses se hizo aún más evidente al acusarlos de insolidarios por oponerse al cierre de la presa cuando en este país la solidaridad es una palabra que cada uno usa a su antojo y siempre en beneficio suyo. Lo peor es que esa actitud sólo sirvió para beneficiar a una empresa hidroeléctrica, como el tiempo ha venido a demostrar.
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