08/10/2016
 Actualizado a 16/09/2019
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Hace una semana que vivimos uno de los episodios más complicados de los últimos tiempos de la política de este país. Quién me iba a mí a decir que mi hijo el sábado tenía pensado desayunar a la misma hora en la que Ferreras comenzaba su maratón televisivo.

Vimos juntos entrar a Tino, acompañado por María Eugenia, situada esta última junto al ‘pedrosanchismo’, pues no era plan de arriesgar, o de ir, como decía Rubén Amón, a Madrid por Despeñapedros. Aún no estaba la calle caldeada en ese momento, todavía no habían llegado los de las banderas y pancartas, curiosamente todos ellos defensores a ultranza de Pedro Sánchez. Ya desde primeras horas comenté por WhatsApp y Twitter, con jefes, amigos y compañeros que estábamos viviendo el inicio de una jornada que desde el punto de vista informativo apuntaba como histórica.

Fue una mañana vibrante en la que todas las radios y televisiones echaban humo, y en la que los diarios digitales luchaban por ser los primeros en colgar una foto en la que se pudiese apreciar cualquier signo de trifulca o negociación, y entretanto alboroto no pude por menos que acordarme de mi querido amigo José María y su Cantábrico, el auténtico, y en lo que hubiera disfrutado en un día como hoy. Recordé aquellas tertulias, opiniones de unos y de otros, y que solo tú resumirías a cualquier cliente como el mejor jefe de gabinete. Estoy convencido que el sábado no hubieras retirado el periódico de Cebrián, que día tras día te colocaba un espontáneo en la barra. Ahora que ha pasado tiempo, se puede contar y decir que no estabas suscrito a ese diario, pero que alguien, no sabemos quien, lo dejaba por las mañanas en el rincón de la prensa como si fuera ‘de la casa’.

Para muchos, el sábado pasará inadvertido, un día más de plaza, vermú con Campari y aceituna (recomendación del Dr. Suárez Ema) y de fútbol y cañas por la tarde. Para otros quizá sea un punto y aparte, un motivo para reflexionar si esto de la política sirve verdaderamente para algo y el por qué de su desprestigio.

Se dice que muchos políticos dividen las legislaturas en dos partes. Una primera alegre y feliz, en la que se disfruta de la nómina y de entradas gratis para el auditorio. Y una segunda de pura supervivencia, en la que el fin cada vez está más cerca y el objetivo es ‘repetir’ a cualquier precio.

Estamos coronando la primera etapa ¡Abróchense los cinturones, qué esto promete! Vienen con ganas de ‘coser’.
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