Imagen Juan María García Campal

Cambalache, marcha real

26/04/2017
 Actualizado a 17/09/2019
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Otro día, de los ya tan habituales en esta España cada vez más ajena, más de ellos, en el que he de retener el vómito; en que, por homenaje y respeto a mis educadores, me reprimo la blasfemia; en que, por fe en la razón y el raciocinio, no me abandono a la pasión iracunda, colérica; en que, por la moral y ética aprehendidas, no reniego de tanta cosa amada –democracia incluida– ante la presunta –(por si aún se revuelven)– depravada, corrupta y continuada subversión del Estado de Derecho que hacen cínica, sectaria, casi impune esos indignos perjuros que estando obligados a trabajar por el bien de la ciudadanía que los había elegido –«puesto» según la redimisionaria Aguirre– se han dedicado a robar, destruyendo sanidad pública, educación pública, justicia nacional y universal y otras ‘paparruchas’ de todo lo público. Qué taimada, incivil y continuada sedición, ‘sanjurjada’. Qué extendida podredumbre. ¡Y cuanto silencio cómplice! ¿Puede existir decente razón política, perdón, partidista que justifique tanto silencio de los honestos? Porque los habrá pienso, me obligo a creer. Ya no es un problema interno de ningún partido, es una endémica lacra política que a toda la sociedad perjudica, es una lepra nacional; patria, si más les gusta e hincha ese patriotismo que tanto, en vano, invocan. No, ya no es hora de milongas. Con su silencio cómplice convierten ustedes, los mudos, cada día más, el tango Cambalache en himno, en vivo reflejo de la marcha real de la nación.

Me reanimo, me rearmo, escuchando a la par que escribo, no teman –no ‘A galopar hasta enterrarlos en el mar’ que es lo que el cuerpo pide y ustedes quisieran para justificar su silencio y adormecer aún más su, aquí sí presunta, conciencia, no–, sino la voz que quisieron acallar con su populachera vocinglería, la de Antonio Labordeta cuando a tantos nos fortalece y esperanza con su vigente: «Habrá un día//… Que sea como un viento/ que arranque los matojos/ surgiendo la verdad/ y limpie los caminos/ de siglos de destrozos/ contra la libertad».

Ya ven, este apasionado de la Libertad, este pretendiente de la Igualdad, este enamorado de la Fraternidad, se reanima y fortalece con versos (todo arte es alimento). A epidemia de iniquidad, tratamiento crónico. Una tarde, en el centro de salud intelectual Ateneo Varillas, transfusión de poética savia nueva de las voces de Clara Antúñez, Irene Fidalgo y Aarón A. Alonso; a la noche, el próximo viernes, a las urgencias del Ágora de la Poesía. Todo, menos silencio cómplice.
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