Hay un lugar donde vivir es un sueño. Nacen y corren sus aguas hacia el Sil por su floresta de hondas raíces. Se llama Busmayor y pertenece al municipio de Barjas. Brotan hoy, múltiples y misteriosos vínculos de amistad que acuden a mí memoria como, unas lágrimas en 2016, ante una noticia adversa sobre mi salud, o la gratitud reciente, de otra, al leer poesía.
Abalorios de los Siete Sabios griegos, hacen hoy de Busmayor, una aldea casi deshabitada. Carmen López es mi amiga y figura impreso desde hace años. Escribe prosa y poesía y, un día, algo lejano ya, un escritor de la tierra le dio alas a su viento. Hoy, ella, se llama Carmen Busmayor.
Por esos misterios del sueño y el confinamiento Covid-19, me levanto pensando en los Versos del Hayedo de Busmayor, frente a su ‘Piedra de los poetas’. Quizá este año no puedan celebrarse, pero mi caletre, unió ésta con otra fiesta veraniega (Bárcena de la abadía), próxima a Fabero, y de grato recuerdo juvenil. Comíamos a las orillas del río Cúa y después venía la música. Imaginé ambas celebraciones como un alimento: Bocadillo, Fruta y Poema.
Si cada persona recitase el poema (por internet) que abrió sus alas y, brevemente lo explicara, quizá la temperatura, luz y calor del fresco hayedo armonizase en el paseo de conversaciones que desciende hacia la aldea soñada.
Carmen, seleccionaría la lírica ilustrada de los poetas que dan al recital su sentido.
Abalorios de los Siete Sabios griegos, hacen hoy de Busmayor, una aldea casi deshabitada. Carmen López es mi amiga y figura impreso desde hace años. Escribe prosa y poesía y, un día, algo lejano ya, un escritor de la tierra le dio alas a su viento. Hoy, ella, se llama Carmen Busmayor.
Por esos misterios del sueño y el confinamiento Covid-19, me levanto pensando en los Versos del Hayedo de Busmayor, frente a su ‘Piedra de los poetas’. Quizá este año no puedan celebrarse, pero mi caletre, unió ésta con otra fiesta veraniega (Bárcena de la abadía), próxima a Fabero, y de grato recuerdo juvenil. Comíamos a las orillas del río Cúa y después venía la música. Imaginé ambas celebraciones como un alimento: Bocadillo, Fruta y Poema.
Si cada persona recitase el poema (por internet) que abrió sus alas y, brevemente lo explicara, quizá la temperatura, luz y calor del fresco hayedo armonizase en el paseo de conversaciones que desciende hacia la aldea soñada.
Carmen, seleccionaría la lírica ilustrada de los poetas que dan al recital su sentido.