Como todavía les parecen pocas las cuchilladas ecologistas que están dando a diario al sector agrícola y ganadero, ahora vienen a decir por boca del secretario de Estado de Medio Ambiente –que no lo dice el último mono que está en el ministerio, el que cobra por hacer las fotocopias o al que le mandan llevar los cafés a los despachos, aunque uno a veces hasta duda– que «en sequía, el país tiene que disminuir las hectáreas de regadío, acomodándose a la disponibilidad de agua».
Según lumbreras como este pero también por desgracia según muchos alcaldes de pueblo, los que no tienen ni idea del volumen de las captaciones de su municipio y se limitan a repetir las teorías y suposiciones que oyen por la televisión, en sequía hay que disminuir el consumo de agua. Sin más soluciones y culpable quien la malgasta. Una vez más, restringir, limitar y controlar, mientras el rebaño agacha la cabeza y sigue el camino marcado.
¿Hay cierta escasez de agua? Posiblemente. Como muchísimos años y más por estas fechas, en especial si las precipitaciones han sido también reducidas. Que a lo mejor también habría que hacerse de vez en cuando preguntas sobre estas cuestiones. Todo el mundo le hablará de sequía y de calor, del celebérrimo cambio climático y de cambiar sus hábitos pero nadie dice que una de las mejores maneras de combatir la sequía se llama embalses, pantanos y captaciones e interconexión de cuencas.
Quizás porque si hoy hay agua para beber y regar la mayor parte de España se la debamos a la política franquista de embalsar agua en épocas de nieve y lluvias para garantizar el suministro en los meses sin precipitaciones. Aunque de darse cuenta de que gracias a aquella manera de entender las cosas sin tanto iluminado ni tanto asesor, a lo mejor a alguno se le ocurre ahora derribar las presas como están haciendo con las térmicas, las nucleares y las minas.
¿Y por qué el invierno pasado soltaron agua embalsada sin medida? Un 70% en poco más de un mes, como el escandaloso caso del Ricobayo en Zamora. Pues eso, que a cuenta de la sequía en verano ahora vendrán, entre otras cosas, los ecologistas a decirle que se lave menos.
Según lumbreras como este pero también por desgracia según muchos alcaldes de pueblo, los que no tienen ni idea del volumen de las captaciones de su municipio y se limitan a repetir las teorías y suposiciones que oyen por la televisión, en sequía hay que disminuir el consumo de agua. Sin más soluciones y culpable quien la malgasta. Una vez más, restringir, limitar y controlar, mientras el rebaño agacha la cabeza y sigue el camino marcado.
¿Hay cierta escasez de agua? Posiblemente. Como muchísimos años y más por estas fechas, en especial si las precipitaciones han sido también reducidas. Que a lo mejor también habría que hacerse de vez en cuando preguntas sobre estas cuestiones. Todo el mundo le hablará de sequía y de calor, del celebérrimo cambio climático y de cambiar sus hábitos pero nadie dice que una de las mejores maneras de combatir la sequía se llama embalses, pantanos y captaciones e interconexión de cuencas.
Quizás porque si hoy hay agua para beber y regar la mayor parte de España se la debamos a la política franquista de embalsar agua en épocas de nieve y lluvias para garantizar el suministro en los meses sin precipitaciones. Aunque de darse cuenta de que gracias a aquella manera de entender las cosas sin tanto iluminado ni tanto asesor, a lo mejor a alguno se le ocurre ahora derribar las presas como están haciendo con las térmicas, las nucleares y las minas.
¿Y por qué el invierno pasado soltaron agua embalsada sin medida? Un 70% en poco más de un mes, como el escandaloso caso del Ricobayo en Zamora. Pues eso, que a cuenta de la sequía en verano ahora vendrán, entre otras cosas, los ecologistas a decirle que se lave menos.