Niños de la posguerra

20 de Diciembre de 2020
Desde dos sofás individuales de color beige clavan sus miradas en mí. Una es azul verdosa como las más puras aguas caribeñas y la otra es amarronada con ligeros toques verdosos. En cuestión de segundos, estos pares de ojos vuelven a centrarse, respectivamente, en un grisáceo jersey de punto y en las películas del oeste que todas las tardes echan por televisión. Me quedo frente a ellos, observo esas profundas miradas y soy capaz de vislumbrar tras ellas las grandes batallas y experiencias vitales que siempre nos han tratado de inculcar al resto. «Si se portan bien conmigo, yo me porto bien con ellos» ha repetido una y mil veces la más joven –aunque ya tiene ochenta años– de los dos. Su marido, cuatro años mayor que ella, siempre ha sido más reservado en cuanto a su vida privada, pero era el rey de los chistes malos y verdes que tanto nos hacían reír.

Estas dos personas son mis abuelos, pero España está llena de gente como ellos. Hombres y mujeres que nacieron en la Guerra Civil o en la posguerra, que han trabajado desde muy pequeños, que han vivido la carestía en sus propias carnes y que conocen la importancia de ser generosos y de compartir. Tú para mí y yo para ti, solo así se sale adelante. En estas fechas todos nos acordamos de ellos; de los que están solos, de los que tienen a su familia al lado y de los que, por desgracia, ya no están. Este año será difícil no introducir con ellos el anillo en la copa de champagne, no lucir ropa interior roja o no tomarse las uvas con la pierna izquierda levantada para así entrar en el nuevo año con el pie derecho, pero debemos hacerlo. Por ellos, por nosotros y por el resto de ciudadanos. Tú por mí y yo por ti, ¿recuerdas?

Desgraciadamente, estas serán las últimas fiestas navideñas de muchos niños de la posguerra y es una verdadera pena que no puedan celebrarse en condiciones, pero más duro sería perderles por pura irresponsabilidad. Sinceramente, no sé cuáles serán las últimas navidades de mis abuelos y espero que aún queden muchas, pero sacrificaría todas y cada una de ellas si así pudiera asegurar sus vivas, sinceras y expertas miradas clavándose sobre mí otro año más.