18 de Abril de 2022
En el prólogo de ‘¿Es real la realidad?’ escribe Paul Watzlawick: «Lo que llamamos realidad es resultado de la comunicación». Y: «la más peligrosa manera de engañarse a sí mismo es creer que solo existe una realidad». Lo cual no deja de ser un trabalenguas, y si no que se lo pregunten a los miles de familias que, ahora mismo y en distintos lugares del mundo, sufren el acoso de un continuo cataclismo de hambrunas, emigraciones y muertes, sin que nada ni nadie intente detenerlas y castigar a los culpables como se merecen.

Depende, pues, de que qué realidades hablemos. Las hay tan firmes como rocas que ninguna filosofía, religión, o creencia, son capaces de removerlas ni un milímetro. Como escribe Luis Cernuda en su ‘A un poeta muerto’ dirigido a Lorca. «El odio y la destrucción perduran siempre». Como decíamos en nuestra niñez rural: Esto va a misa. Esto es así y sanseacabó cayó en viernes. Por ejemplo, si se quiere demostrar que el presidente Sánchez despilfarra el dinero público no hay más que demostrar que ha creado una macro estructura de gobierno que ha disparado en un 30 % la propia administración del estado. Y a ver quién es el majo que lo discute.

La que crea la comunicación es una realidad irreal que tan solo es real en sí misma. Porque, luego, vienen los matices. Por ejemplo, si queremos decir que, a nuestro parecer, alguien es tonto es muy diferente usar la expresión: «es tonto de nacimiento», o «es tonto del culo» o «tontoelhaba», «No es más tonto porque no entrena». Aunque los padres del cronista usaban una expresión típica de su tierra que no sé si recoge el gran Urdiales en su libro ‘El habla de Villacidayo’ premió de la Real Academia: «Ese es más tonto que el que echó la manteca a asar». Eso es una macro estructura. Y lo demás son cuentos.

Pero lo que está claro es que la mejor medida de la realidad es la muerte. Que una calle, después del paso de las tropas invasoras, queda llena de cadáveres, unos con las manos atadas a la espalda, otros con un tiro en la cabeza, y otros al lado de su bicicleta, amén de cadáveres enterrados en las cunetas y familias enteras sin vida en sus refugios, sótanos, y escondrijos de toda ralea, llámenlo como quieran, pero eso es un crimen de guerra real, y el responsable debe ser juzgado y castigado, sea un Zar, un Dictador, un Autócrata, o un simple sinvergüenza.

Macro estructuras de la infamia que la humanidad no debiera consentir si cree en el progreso.