Indulto, amnistía y ¡viva mi tía!

06 de Junio de 2021
Me lo dijo un día mi tía Domitila,que en paz descanse, en el ritual de los jueves, un Bierzo con pincho de croquetas en el Húmedo: «Sobrino, este país nuestro de cada día no tiene remedio». «Tila» había vivido la anteguerra, la guerra y la posguerra, civil se entiende. De estar en lo cierto, no tardaremos mucho en volver a las andadas, como una especie de eterno retorno. Primero son insultos, luego peleas, siguen los tiros y acábase con las bombas y la destrucción. De la gloria al fuego, como en las fallas valencianas. Después silencio hasta curar la herida. Pero siempre quedan las cicatrices. Seguiremos hiriéndonos cada medio siglo, contumaces, como los niños catarrosos. Puede que estemos comenzando una nueva trágica danza. Cuando se da un paso hacia adelante se termina dando otro hacia atrás. El resultado es que no se avanza nunca. Pero, como dijo Otto von Bismarck: «La nación más fuerte del mundo es sin duda España. Siempre ha intentado autodestruirse y nunca lo ha conseguido. El día que los españoles dejen de intentarlo, volverán a ser la vanguardia del mundo». Vale.

Estamos en la primera fase, ladel agravio contra quien gobierne. Es factible criticar, pero sin caer en el odio o el denuesto. O en el fanatismo, que es la enfermedad infantil del humorismo. El tema más destacado de hoy es: indulto sí, indulto no o amnistía. La izquierda gobernante gestiona indultar a los independentistas catalanes que están en el trullo por sedición; esto es, optando por la indulgencia como medida más pertinente para enfriar los ánimos de los pro-republicanos catalanes. La derecha, en cambio, en sus variantes del alfa al omega, se manifiesta patrioterilmente en la plaza de Colón armada de intransigencia y de que los independentistas presos cumplan su condena, endilgando de paso el tópico «una, grande y libre», sobre todo lo de la «una». Los independentistas libres tampoco están por la labor gubernamental, pues, eso del indulto, «rien de rien», que lo que priva es la amnistía. Y los catalanes presos sin bajarse de la burra ande o no ande.

Ante este despiporren, a uno sólo le consuela tomar con humor de un modo burlón la triada del indulto sí, el indulto no y la amnistía. Ya no se habla de las «dos Españas» sino de tres. Coño, en algo hemos progresado. Las clásicas guerras entre liberales y carlistas que ensombrecieron la España del siglo XIX; las polémicas taurinas también bipolares entre los partidarios de Joselito y Belmonte; las masas de «hinchas» futbolísticas que dividen las regiones hispanas en grupos enfrentados según se sea del Real Madrid o del Atlético, del Barcelona o del Español, del Sevilla o del Betis, no son hoy de efervescencia absoluta. Muchos se alistan a un partido político, a un torero, a un club de fútbol, además del interés por la política, los toros o el fútbol, también para llevar la contraria a otro compatriota al que le tienen «manía».

Y justifico lo del humor, porque el humorismo es como la catarsis, o depuración de los sentimientos, pero no a través de una obra de arte, sino ante una situación calamitosa como la que esta piel de toro padece. Dudando si reír o llorar, me inclino por lo primero.

En este mundo traidor, como el que nos ha tocado gozar y sufrir, pero con más miserias y calamidades que bondades, tomarse las cosas con humor suele ser un bálsamo para andar más desenvuelto entre los cardos. Porque el humorismo, como dijo el escritor alemán Juan Pablo Richter, revela el lado serio de las cosas tontas y el lado tonto de las cosas serias.