Hablar a los muertos

28 de Octubre de 2022
En tres días llega la noche de los muertos. La noche en la que, según las tradiciones celtas, según Samhaim, se abre la puerta entre vivos y muertos. Se abre la vía para que hablemos con nuestros muertos. Porque que alguien se muera no es razón para dejar de hablarle. Y todos le hablamos a nuestros muertos. Lo hacemos en sueños. Lo hacemos despiertos. Yo le hablo a mis muertos, desde niña. Pensaba que eran rarezas mías, pero he comprobado que no soy la única. Escritores como Manuel Vilas o Benjamín Prado me lo han dicho. Amigos me lo han dicho. Que le hablan a sus muertos. Porque hablarle a tus muertos es simplemente hacer que no mueran dos veces, primero en el mundo de los vivos y después en la memoria.

Hablarles también es soñarles. Sueño a menudo con mi madre, sueño con mi padre. El otro día, incluso soñé con mi tío Manolo, que murió hace más de 20 años. En mi sueño llevaba un polo y una rebeca de lana, como si fuera un chico ye-ye de los años 60 y era una persona alegre y tenía ganas de hacer algo alegre. No recuerdo qué. Pero sí esa sensación. Sobre mi padre sueño que nos vamos de viaje en su Mercedes blanco y yo siento un alivio tremendo porque mi padre está ahí, al volante de su coche, y yo había tenido muchas pesadillas soñando que le pasaba algo grave, y me doy cuenta de que solo eran eso, malos sueños, y me digo tengo que aprovechar que está ahí para decirle cuánto lo quiero, para hacer cosas con él, viajar, pasear a la orilla del río, ir a los concursos de mastines, comentar las noticias del periódico, y siento ese alivio, y mi padre me dice, te espero aquí, vete a hacer lo que tengas que hacer y yo salgo del coche y me pongo a caminar por un aparcamiento inmenso en un polígono industrial y empieza a nevar y después soy incapaz de volver a encontrar el Mercedes blanco de mi padre que ha desparecido bajo la nieve.

También sueño despierta con él. Y con mi madre y con mi abuela. Sobre todo, cuando conduzco, cuando hago el largo camino de Madrid al pueblo, cuando conduzco están todos mis muertos alrededor. No sé si protegiéndome o dándome conversación para que no me duerma. Los veo de reojo y les cuento cosas. Y ellos asienten y sonríen, porque lo bueno de hablar con los muertos es que son magnánimos, te comprenden y te perdonan hagas lo que hagas. ¡Feliz día de Todos los Santos! ¡Feliz Samhaim!