El sabor del independentismo

27 de Febrero de 2017
«El paladar no detecta el sabor del independentismo» proclaman los fabricantes de cava de Almendralejo, en Extremadura, después de ganar su pleito con los colegas catalanes. Los extremeños acaban de elaborar un producto espumoso de primer orden, capaz de competir con los mejores. Se atreven a proponer una cata a ciegas con los más encumbrados caldos de San Sadurní de Noya. Lo del independentismo debe ser la guinda intelectual que algún vinatero de Almendralejo creyó oportuno introducir para destensar el ambiente. Y es que los grandes problemas patrios no solo se dirimen en los hemiciclos sino también en los mostradores de las cafeterías, y no sólo se manifiestan en las preclaras mentes de los políticos, sino también en las obtusas frentes de los industriosos ciudadanos de a pie, un tanto hartos de los primeros.

El cronista, muy de los cavas catalanes desde siempre, especialmente de los brut, vive en un sin vivir, pendiente de la realización de esta prueba, cuyo resultado, comparado con otras cuestiones como la intervención del Ayuntamiento de León en la Plaza del Grano, se le antoja más decisivo y trascendente. Y supone un antes y un después en la calidad de toda la sarta de celebraciones a lo largo delaño, en las que habría que decantarse por un cava con o sin independentismo, sabor que no parece maridar muy bien con las celebraciones.

Por ejemplo, en el caso de que los paladares especializados eligiesen los aromas extremeños, el cronista se pondría al habla con su colega de escritura, Manolo González de Puente Castro, ‘Cerebro’ para los amigos, residente en Badajoz y dotado de un paladar fino y exquisito, con el fin de estudiar ‘in situ’, y a fondo, el problema. Aunque últimamente lo encuentro un poco mustio, pues no resistió ni un día entero solitario en casa de sus abuelos de Llamas de Rueda y eso que aquella tierra la riega el Río de Corcos, uno de los más afamados de los afluentes del Esla por la izquierda,en cuyos robledales, en lo profundo del bosque, produce su gemir la Caraviella.

¿Se imaginantoda la tropa de desarrapados leoneses de la diáspora en Cataluña peregrinando a Almendralejo en busca del lote anual de Navidad, más las cajas supletorias de cava para todo el año? Pues, si al final fuera cierto que el paladar no detecta allí el independentismo y sí lo detecta en San Sadurní de Noya, no habría más remedio que rendirse a la evidencia y pasarse con armas y bagajes a aquellos caldos que pasarían a serlo originales del viejo reino de León. Y eso, ya: palabras mayores.