Ayer se celebró el Día Internacional de Trabajo. Y se habló mucho de cuestiones laborales y sociales, pero también –cómo no– de las elecciones generales, en las que el PSOE se ha hecho con la victoria. Y el resultado arrojado por las urnas es visto por los sindicatos como una vía de esperanza a la hora de dar un «giro social» a la política y de conseguir sus principales reivindicaciones: empleos estables y bien remunerados, pensiones dignas, prestaciones sociales suficientes, servicios públicos de calidad y una igualdad real entre hombres y mujeres. Ciñéndonos únicamente a lo laboral, lo cierto es que el primero de mayo ha estado protagonizado en los últimos años por la lucha contra los recortes que los trabajadores habían sufrido durante la crisis. Ahora el discurso ha cambiado sensiblemente, puesto que la principal exigencia que sacan a la calle las centrales sindicales se centra en por qué no se recuperan esos derechos cuando la economía lleva cinco años creciendo a buen ritmo. Y tiene sentido esa reivindicación, aunque muchos expertos ya alertaban durante el inicio de la recuperación que sería infinitamente más lenta que la crisis. Y si la crisis tardó un poco más en hacerse notar en León, pues lo mismo va a ocurrir con la recuperación. De todos modos, los cambios que se adopten en materia laboral deben abordarse siempre con el máximo consenso entre Gobierno, sindicatos y empresarios.