Ca actualización de la estadística, prácticamente todas, cae como una palada de tierra sobre el modelo poblacional de León. El INE ha arrojado unamás al constatar que solo cinco de los 211 municipios de la provincia registraron más nacimientos que muertes en el 2019. El saldo vegetativo de la provincia es ampliamente negativo con más de 2.600 fallecidos más que nacidos. Solo el alfoz y las cabeceras de comarcas presentan batalla a este movimiento natural, debido a esa despoblación de segundo grado que se da dentro de las propias comarcas y de las provincias, de los núcleos más pequeños hacia los más grandes y las capitales. Esto agrava el envejecimiento de los pueblos, que cuentan con menos votos capaces de reclamar el interés de los poderes políticos y demandan más recursos para atender sus necesidad. La tendencia se ha consolidado tras décadas de sangría poblacional, con muy pocos casos en los que las políticas han sido capaces de revertirla. Las consecuencias son ampliamente conocidas y van desde el deterioro del entorno hasta la amenaza de pandemias procedentes de la fauna salvaje, como se ha podido comprobar en el último año y medio. De este modo, estadística tras estadística, política tras política, se constata el fracaso colectivo para encontrar alternativas que mantengan algo de vida en el medio rural.