Hay muchos motivos para ser responsable en los tiempos que corren. Entre ellos, el que probablemente debería resultar definitivo, es el del peligro que para nuestra propia salud y para la de nuestras personas más queridas puede suponer la propagación del virus, por lo que la exposición innecesaria se convierte en estas fechas en una auténtica temeridad. Aunque socialmente se le haya perdido el miedo, el maldito coronavirus sigue estando ahí y lo va a seguir estando durante mucho tiempo. Llega el punto en que las noticias parece que son ciencia ficción, porque nadie se las cree o al menos nadie tiene en cuenta la situación. Resulta muy fácil echar las culpas a las autoridades, al circo de la política, en el que faltan malabaristas y sobran payasos, pero parece que aquí nadie piensa en que, en la situación actual, el confinamiento también podría ser una reacción ética, como ha ocurrido en otros países (Portugal, sin ir más lejos) algo que hacer de forma voluntaria sin la necesidad de que nos tengan que prohibir nada. Sin embargo, parece que sólo respondemos cuando hay amenaza de sanción. Hay muchos motivos para ser responsable en estos tiempos, pero, además de la salud, deberíamos tener en cuenta la economía, y para la nuestra un nuevo confinamiento en la ciudad de León, del que estamos demasiado cerca, sería, probablemente, irreversible.