Estamos en una época en la que la coherencia va y viene y en la que es prácticamente imposible no caer en algún tipo de contradicción. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Lo cierto es que la Junta de Castilla y León ha intentado por activa y por pasiva mostrar a los habitantes de esta comunidad la gravedad de la situación, llegando incluso a saltarse la ley y a dramatizar, con cierta aunque comprensible sobreactuación, en las rueda de prensa del vicepresidente, que llega a clamar a todos los cielos y a decir que si es necesario se podrá de rodillas. Para mantener una coherencia con ese discurso, la Junta ha pedido a sus funcionarios que trabajen desde casa hasta donde sea posible, ha organizado los consejos de Gobierno de forma telemática y ha tomado otra serie de medidas que tienen como principal objetivo, más que evitar contagios, hacer visible la situación a toda la sociedad. Pero en ello han vuelto a elegir como víctima al sector cultural, pese a que se ha demostrado que es donde mejor se pueden controlar los aforos y garantizar la seguridad, donde menos contagios se producen. Todo será bueno si entre todos conseguimos doblegar la dichosa curva, pero lo cierto es que la Junta cae en la contradicción al prohibir, por ejemplo, la entrada a museos y considerar por otra parte que los colegios, institutos y universidades son perfectamente seguros.