Sobre una viñeta en la que aparecen referencias a Rodríguez Zapatero y a Borges, paradójicamente, es el lugar para reivindicar que los debates etéreos dejen paso a las medidas concretas. Ha pasado en la Mesa por León, esa iniciativa que centra muchas miradas, muchas críticas, y que le toca capitanear, con todo e coste político que eso supone, a Eduardo Morán. La Mesa por León va camino de copar todas las críticas y de generar más frustración, porque fue sumando tantos participantes que ahora sobra quién opine y falta quién aporte. Es preciso aclarar que en este caso los resultados no se van a ver en un mes ni en un año, que el objetivo se plantea a una década, pero demasiados debates sobre la cuadratura del círculo, sobre la mayor o menor implicación de unos y otros, amenazan con terminar con la paciencia del personal. Los empresarios juegan en este caso un papel dudosamente reivindicativo, pues han ido a los encuentros con más exigencias que ideas, y los sindicatos se ven ante el temor de ser esclavos de sus propias palabras, de su propia iniciativa. En cualquier caso, lo mejor que nos dejará la Mesa por León es la agencia técnica, y por eso es básico que el primer paso sea dotarla de personal cualificado para que pueda desarrollar su labor, no ya con ínfulas de solucionar los males endémicos de esta provincia, sino al menos para poder empezar a afrontarlos...