Ningún país del mundo civilizado y democrático posee tanta verbena de votaciones como tenemos en España y… en los últimos tiempos esto parece una fiesta completa y un derroche de dinero tremendo, aunque como dicen los nostálgicos de la guerra antifranquista «todo sea por el bien del pueblo y de la democracia».
Lo que no saben ellos es que el abuso de los mecanismos que dispone el pueblo para expresar su voluntad, puede deteriorar esa democracia y eso lo sabían muy bien los griegos, que fueron los que la ejercitaron y después exportaron, aunque claro, lo tenían más accesible porque las ciudades eran más accesibles al entendimiento humano por su número de habitantes y necesidades.
Además, para adornar más la tarta del desajuste territorial español, tenemos una película de terror en un territorio del suelo patrio y que acaba de escribir otra página de las que hacen chirriar todos los goznes del entramado constitucional que nos hemos dado a pesar de los continuos abrazafarolas que tenemos entre nosotros viviendo del presupuesto.
Las elecciones catalanas del 21 D corroboran la deriva perversa de la política española y catalana y reproducen una foto retorcida de la realidad , quedando al aire todas las vergüenzas del entramado político de nuestra nación.
En un momento en que más se necesitaba el consenso , el diálogo y el cambio de tendencia para realizarlo con las fuerzas que desean desgajarse del resto del país, los resultados han sido nuevamente de sillón de psiquiatra y vuelta a comenzar en la casilla de salida, a no ser que un viento ábrego inunde la capacidad de raciocinio de los catalanes y de los sillones monclovitas y se pongan con el candil a buscar la solución pacificadora y constructiva que todos necesitamos para reconducir el endiablado tema y para que se reforme todo lo que sea necesario sin prestar atención a demandas radicales ni demagógicas de niñatos a los que el sillón les ha venido ancho y las cuatro nociones cogidas con alfileres en la Universidad les haya otorgado casi la patente de corso ante los atónitos españoles.
España necesita ahora estar más unida que nunca y dar la cara ante los que la quieren romper y eso ha de ser con firmeza y razones, nada más. También con hechos contundentes y el cumplimiento de la Ley.
Los melindres y blandos no valen ante aquellos que usan la postverdad y acuden a la mentira como lubricante generalizado con el fin de usar el poder a su antojo.
El Gobierno del Partido Popular debe hacerse ir al diván del psicoanálisis, dejar de mirarse al ombligo y alejar el postureo y el perfume de sus filas para bregar en la calle y ganarse el respeto de los ciudadanos erradicando todos los tics que han adquirido por imitar las males artes de otras formaciones y tener un afán de ocupar el poder.
Y eso debe ser en todos los aspectos de la vida política española: ayuntamientos, donde han ejercido un poder hegemónico y abusivo con los ciudadanos, muchos votantes suyos que han buscado otros acomodos. En las autonomías con más de lo mismo y en la gobernación del país, mirando para otro lado, ahogando las economías ciudadanas y dilatando las soluciones cuando estaba en su poder realizarlo.
Indudablemente que eso debe tener reflejo en las urnas y la herida se hará muy grave si no se rectifica a tiempo, cuestión que es válida para todos los partidos aunque en este momento estemos fijando el foco sobre el PP por el batacazo fenomenal del desastre catalán y la actuación tan desastrosa del Gobierno en Cataluña dejando a los ciudadanos españoles y catalanes a los pies de los caballos desde hace cuarenta años e inermes ante los independentistas que no han cumplido sentencias de los tribunales obligando a los españoles a cambiar de residencia o aguantar el acoso al que estaban sometidos y que nadie creía hasta que lo han visto de forma cruel y clara.
Las reformas son urgentes y no se puede esperar más ya que de lo contrario asistiremos a sucesos más graves todavía.
Así que menos paseos matutinos por el puerto de Barcelona, menos silencios, menos plasmas más decisión y eficacia a la hora de pactar y de reformar, menos postureo europeo de salón y más comunicación. Eso sí, con la Constitución muy presente.
Lo que no saben ellos es que el abuso de los mecanismos que dispone el pueblo para expresar su voluntad, puede deteriorar esa democracia y eso lo sabían muy bien los griegos, que fueron los que la ejercitaron y después exportaron, aunque claro, lo tenían más accesible porque las ciudades eran más accesibles al entendimiento humano por su número de habitantes y necesidades.
Además, para adornar más la tarta del desajuste territorial español, tenemos una película de terror en un territorio del suelo patrio y que acaba de escribir otra página de las que hacen chirriar todos los goznes del entramado constitucional que nos hemos dado a pesar de los continuos abrazafarolas que tenemos entre nosotros viviendo del presupuesto.
Las elecciones catalanas del 21 D corroboran la deriva perversa de la política española y catalana y reproducen una foto retorcida de la realidad , quedando al aire todas las vergüenzas del entramado político de nuestra nación.
En un momento en que más se necesitaba el consenso , el diálogo y el cambio de tendencia para realizarlo con las fuerzas que desean desgajarse del resto del país, los resultados han sido nuevamente de sillón de psiquiatra y vuelta a comenzar en la casilla de salida, a no ser que un viento ábrego inunde la capacidad de raciocinio de los catalanes y de los sillones monclovitas y se pongan con el candil a buscar la solución pacificadora y constructiva que todos necesitamos para reconducir el endiablado tema y para que se reforme todo lo que sea necesario sin prestar atención a demandas radicales ni demagógicas de niñatos a los que el sillón les ha venido ancho y las cuatro nociones cogidas con alfileres en la Universidad les haya otorgado casi la patente de corso ante los atónitos españoles.
España necesita ahora estar más unida que nunca y dar la cara ante los que la quieren romper y eso ha de ser con firmeza y razones, nada más. También con hechos contundentes y el cumplimiento de la Ley.
Los melindres y blandos no valen ante aquellos que usan la postverdad y acuden a la mentira como lubricante generalizado con el fin de usar el poder a su antojo.
El Gobierno del Partido Popular debe hacerse ir al diván del psicoanálisis, dejar de mirarse al ombligo y alejar el postureo y el perfume de sus filas para bregar en la calle y ganarse el respeto de los ciudadanos erradicando todos los tics que han adquirido por imitar las males artes de otras formaciones y tener un afán de ocupar el poder.
Y eso debe ser en todos los aspectos de la vida política española: ayuntamientos, donde han ejercido un poder hegemónico y abusivo con los ciudadanos, muchos votantes suyos que han buscado otros acomodos. En las autonomías con más de lo mismo y en la gobernación del país, mirando para otro lado, ahogando las economías ciudadanas y dilatando las soluciones cuando estaba en su poder realizarlo.
Indudablemente que eso debe tener reflejo en las urnas y la herida se hará muy grave si no se rectifica a tiempo, cuestión que es válida para todos los partidos aunque en este momento estemos fijando el foco sobre el PP por el batacazo fenomenal del desastre catalán y la actuación tan desastrosa del Gobierno en Cataluña dejando a los ciudadanos españoles y catalanes a los pies de los caballos desde hace cuarenta años e inermes ante los independentistas que no han cumplido sentencias de los tribunales obligando a los españoles a cambiar de residencia o aguantar el acoso al que estaban sometidos y que nadie creía hasta que lo han visto de forma cruel y clara.
Las reformas son urgentes y no se puede esperar más ya que de lo contrario asistiremos a sucesos más graves todavía.
Así que menos paseos matutinos por el puerto de Barcelona, menos silencios, menos plasmas más decisión y eficacia a la hora de pactar y de reformar, menos postureo europeo de salón y más comunicación. Eso sí, con la Constitución muy presente.