El viernes tuvo lugar la primera gala del certamen de Coronavisión, que fue el nombre que decidieron otorgarle numerosos usuarios de Twitter a la decisión gubernamental de qué provincias pasaban de fase y cuáles debían mantenerse en la inicial. Como es sabido en toda España, la mayor parte de esta provincia y la mía en su totalidad, Madrid, no han cruzado la pasarela a la siguiente fase y tienen que estar una semana más en la cero. ¡Menuda sorpresa!
A pesar de que llevemos dos meses confinados en nuestros hogares y ya una semana en la que podemos salir a pasear o hacer deporte dentro de unas franjas determinadas, aún me sigue pareciendo surrealista todo lo que está pasando; más de veinticinco mil personas han fallecido, otras tantas han perdido el empleo, la economía ha caído en picado… y todo por una inesperada pandemia en pleno 2020. Desde que se decretó el estado de alarma, la responsabilidad individual y social ha sido clave para combatir este virus y evitar, en la medida de lo posible, la saturación de la sanidad. Esta conciencia ciudadana sigue siendo de vital importancia ahora que nos dejan salir unas horas al día y no merece la pena echar por tierra todo lo logrado por verse un rato con los amigos, por comer unas pipas en un banco o por utilizar los precintados parques infantiles.
Hay provincias que no hemos cumplido con los requisitos sanitarios mínimos y hemos de quedarnos una semana más en la fase inicial, como si nos hubiera tocado ir a la recuperación de junio tras no superar la evaluación ordinaria. Si Isabel Díaz Ayuso, sin tener en cuenta la opinión y el conocimiento de la exjefa de Salud, Yolanda Fuentes, solicitó que la región pasara de fase, yo puedo tener el optimismo y la confianza de que las provincias que hemos sido las expulsadas de la primera gala hagamos un ‘Lola Índigo’, a quien le ocurrió lo mismo en Operación Triunfo, y terminemos la desescalada como verdaderos ganadores. Solo nos queda tener más paciencia, más responsabilidad y más agradecimiento con todas las personas que están al pie del cañón para minimizar los terriblemente dañinos efectos de esta pandemia. Solo así lo lograremos, solo así terminará Coronavisión.
A pesar de que llevemos dos meses confinados en nuestros hogares y ya una semana en la que podemos salir a pasear o hacer deporte dentro de unas franjas determinadas, aún me sigue pareciendo surrealista todo lo que está pasando; más de veinticinco mil personas han fallecido, otras tantas han perdido el empleo, la economía ha caído en picado… y todo por una inesperada pandemia en pleno 2020. Desde que se decretó el estado de alarma, la responsabilidad individual y social ha sido clave para combatir este virus y evitar, en la medida de lo posible, la saturación de la sanidad. Esta conciencia ciudadana sigue siendo de vital importancia ahora que nos dejan salir unas horas al día y no merece la pena echar por tierra todo lo logrado por verse un rato con los amigos, por comer unas pipas en un banco o por utilizar los precintados parques infantiles.
Hay provincias que no hemos cumplido con los requisitos sanitarios mínimos y hemos de quedarnos una semana más en la fase inicial, como si nos hubiera tocado ir a la recuperación de junio tras no superar la evaluación ordinaria. Si Isabel Díaz Ayuso, sin tener en cuenta la opinión y el conocimiento de la exjefa de Salud, Yolanda Fuentes, solicitó que la región pasara de fase, yo puedo tener el optimismo y la confianza de que las provincias que hemos sido las expulsadas de la primera gala hagamos un ‘Lola Índigo’, a quien le ocurrió lo mismo en Operación Triunfo, y terminemos la desescalada como verdaderos ganadores. Solo nos queda tener más paciencia, más responsabilidad y más agradecimiento con todas las personas que están al pie del cañón para minimizar los terriblemente dañinos efectos de esta pandemia. Solo así lo lograremos, solo así terminará Coronavisión.