Ya sé que todos están muy preocupados por la cuestión catalana; pero entre León y Cataluña existe un camino de ida y vuelta concurrido y singular. Tanto que, desde 2008 acá, son unos 4.500 los leoneses que han partido para Cataluña en busca de un futuro que León no les da, y 4.700 los que regresaron a sus abandonados hogares leoneses procedentes de aquella tierra que los acogió. (9 individuos a la semana en un sentido y casi 11 en la contraria dirección)
En Cataluña, con el otoño llegó la intranquilidad. Aparecieron pintadas contra el escritor Juan Marsé tildándole de ‘Renegado’ y la palabra Botifler sobre páginas de sus libros en las bibliotecas. El gran Muñoz Molina, sale en su Posted en defensa de Marsé y dice, acusando a los acosadores: «Los héroes de la libertad de los pueblos, no sienten el menor interés por la libertad de las personas».El Nobel Vargas Llosa lamenta la situación: «Cataluña retrocede a un provincianismo sin pies ni cabeza». Hasta Serrat, paradigma del catalanismo antifranquista, discrepa hoy sobre el referéndum convocado para el 1O.
Jóvenes separatistas queman vehículos y perturban el orden; masas de nacionalistas toman las calles y mozos de escuadra protegen a la guardia civil. Ya existe una palabra: ‘Butifarraborroka’, que, aunque resulte impronunciable, bien define lo que se pretende y mucho aclara sobre la situación. Son grupos que buscan protagonismo y que se apuntan a lo de; cuanto peor, mejor. Y que, al decir de Muñiz Molina. «Para mantener siempre su pureza necesitan enemigos exteriores y chivos expiatorios». Y tanto les da que estos sean personas que han acreditado su personalidad en dura lucha contra todas las dictaduras y que mantienen en alto la bandera de la libertad. Al fin, la CUP se hace dueña de la situación, imponiendo su lema libertario: «Sin desobediencia no hay independencia». Aunque algunos ingenuos, como Guardiola, todavía sigan creyendo que tan solo pretenden votar y que de la de independencia, de momento ni hablar.
Los carteles de los separatistas lucen por todas partes, y nos incitan a «Votar para ser libres» Pero, a estas alturas de todas las revoluciones, tanto burguesas como proletarias, todos a una edad sabemos que votar no significa automáticamente libertad, pues también se vota en la Venezuela, y en los USA también se vota, también; pero la verdadera libertad nace en otras fuentes, y el ser o no ser libres depende de otras premisas que no vamos ahora a analizar.
Imaginarse una libertad en Cataluña bajo los nacionalistas, Junqueras y Puigdemont, jaleados por la CUP, es calvario que muchos, desde la izquierda, evitaríamos, en caso de poder.
En Cataluña, con el otoño llegó la intranquilidad. Aparecieron pintadas contra el escritor Juan Marsé tildándole de ‘Renegado’ y la palabra Botifler sobre páginas de sus libros en las bibliotecas. El gran Muñoz Molina, sale en su Posted en defensa de Marsé y dice, acusando a los acosadores: «Los héroes de la libertad de los pueblos, no sienten el menor interés por la libertad de las personas».El Nobel Vargas Llosa lamenta la situación: «Cataluña retrocede a un provincianismo sin pies ni cabeza». Hasta Serrat, paradigma del catalanismo antifranquista, discrepa hoy sobre el referéndum convocado para el 1O.
Jóvenes separatistas queman vehículos y perturban el orden; masas de nacionalistas toman las calles y mozos de escuadra protegen a la guardia civil. Ya existe una palabra: ‘Butifarraborroka’, que, aunque resulte impronunciable, bien define lo que se pretende y mucho aclara sobre la situación. Son grupos que buscan protagonismo y que se apuntan a lo de; cuanto peor, mejor. Y que, al decir de Muñiz Molina. «Para mantener siempre su pureza necesitan enemigos exteriores y chivos expiatorios». Y tanto les da que estos sean personas que han acreditado su personalidad en dura lucha contra todas las dictaduras y que mantienen en alto la bandera de la libertad. Al fin, la CUP se hace dueña de la situación, imponiendo su lema libertario: «Sin desobediencia no hay independencia». Aunque algunos ingenuos, como Guardiola, todavía sigan creyendo que tan solo pretenden votar y que de la de independencia, de momento ni hablar.
Los carteles de los separatistas lucen por todas partes, y nos incitan a «Votar para ser libres» Pero, a estas alturas de todas las revoluciones, tanto burguesas como proletarias, todos a una edad sabemos que votar no significa automáticamente libertad, pues también se vota en la Venezuela, y en los USA también se vota, también; pero la verdadera libertad nace en otras fuentes, y el ser o no ser libres depende de otras premisas que no vamos ahora a analizar.
Imaginarse una libertad en Cataluña bajo los nacionalistas, Junqueras y Puigdemont, jaleados por la CUP, es calvario que muchos, desde la izquierda, evitaríamos, en caso de poder.