Hace casi un cuarto de siglo que Ricardo Dávila empezó con una huerta ecológica que compaginaba, al principio, con otros trabajos. Era 1996, por lo que él fue uno de los primeros en obtener el certificado ‘eco’ en la provincia. Empezó «un poco por afición» porque nadie de su familia se ha dedicado al campo, pero al ver que «me gustaba» poco a poco «se fue convirtiendo en una salida profesional» a la que ahora se dedica a tiempo completo. Es el propietario de Viveros Dávila en Puente Villarente, y tiene también una finca con productos hortícolas en Villimer. Tiene puerro, brócoli, repollo, remolacha, zanahoria y un largo etcétera de productos, repasa, lo que «te permite estar cosechando prácticamente desde finales de agosto hasta marzo-abril», asegura. Sus productos se pueden encontrar en el Ecomercado Ciudad de León –que se celebra el primer y tercer sábado de cada mes en la marquesina del Mercado del Conde Luna– y en el Mercado Ecológico y Artesano que se hace una vez al mes en Gijón. Además, vende a restaurantes, unos clientes «que desde hace unos años se están interesando mucho en el producto ecológico», asegura.
«Aposté por la agricultora ecológica por una manera de entender las cosas que he tenido siempre, siempre he sido aficionado a la naturaleza y he estado ligado al movimiento ecologista en León, me parecía que era la manera de hacer las cosas», asegura.
Cuando empezó, la agricultura ecológica era poco conocida y «tenías que buscar un poco por ahí remedios caseros a los problemas que se te presentaban, ahora se fabrican un montó de productos en cuanto a abonos, pesticidas, etcétera libres de residuos», explica sobre los principales cambios en todos estos años.
Lo que empezó siendo una afición, se ha convertido en una salida profesional que año tras año crece y le permite, en la actualidad, crear un empleo durante los meses de mayor actividad.
«Aposté por la agricultora ecológica por una manera de entender las cosas que he tenido siempre, siempre he sido aficionado a la naturaleza y he estado ligado al movimiento ecologista en León, me parecía que era la manera de hacer las cosas», asegura.
Cuando empezó, la agricultura ecológica era poco conocida y «tenías que buscar un poco por ahí remedios caseros a los problemas que se te presentaban, ahora se fabrican un montó de productos en cuanto a abonos, pesticidas, etcétera libres de residuos», explica sobre los principales cambios en todos estos años.
Lo que empezó siendo una afición, se ha convertido en una salida profesional que año tras año crece y le permite, en la actualidad, crear un empleo durante los meses de mayor actividad.