28 de diciembre, día de las elecciones. Sheila Fernández, auxiliar de enfermería, estaba en Santander para presentarse a unas oposiciones de su trabajo. Nuevamente estaba en lista de espera para un nuevo riñón, sería el cuarto de su vida. Lleva más de un año esperando, «siempre tengo la maleta hecha por si me llaman», solía decir. Recibe una llamada del HospitalValdecilla de la capital cántabra. «¿Estás preparada?». «Estoy ya aquí en Santander, voy».
Ya tiene su cuarto riñón. Hubo alguna complicación pero todo marcha bien, sigue el proceso y sueña con regresar a León, a reiniciar la que sería su cuarta vida estrenando riñón.
El de su madre le duró 25 años, de vida normal, estudió su carrera, encontró trabajo pero... vuelta a empezar. Y nuevo donante, ahora su novio, que no lo dudó ni un segundo y ella feliz: «Llevo en el cuerpo los riñones de las dos personas que más quiero, ¿qué más quiero?».
Hubo otro trasplante fallido. Y ahora otro de donante, el cuarto, y una irreductible que lo tiene muy claro:«Nada me va a parar en la vida, nada me va a apartar de luchar porque jamás voy a renunciar a lo que más quiero y a los que más quiero». La niña del columpio sigue teniendo cara de niña. Y alma de luchadora.