Al llamar a la puerta de Nano en Coladilla todo puede ocurrir, excepto que no la abra. Lo que diga después es imprevisible. En esta ocasión, al ver a Laura, da un suspiro, lanza humo con su inseparable Faria y exclama: «¡Qué alegría verte! —a tí no, ni gota de alegría; me explica a mí— me volvió el alma al cuerpo».
Son sus cosas, sus historias. «¿Coméis algo?», pregunta, y ante la respuesta unánime de que «no, que acabamos de tomar café» coge el jamón y se pone a cortar.
- Que no queremos.
- Pues lloro.
- No hombre no, es que no tenemos hambre.
- Pues me araño.
Y sigue cortando, mientras sobre la cocina tiene cociendo un pollo en una cazuela. Cada poco le echa manzanas y dice: «Come monín, a ver si mientras te cocino engordas». Para a continuación decirle al perro: «Moro, ¿cómo trabajan los periodistas?». Yel perro se tumba panza arriba a dormir.
Le vuelve a echar manzanas al pollo y ahora le explica otra cosa: «Come, que no sé si no tendrás un poco de diabates. Vas a tener que ir a don Ricardo».
(Por cierto, no dejes de ver el vídeo en la parte final, cuando cuenta la historia del muerto y Don Ricardo... es genial, pero que os la cuente él).
Un no parar. Cada cinco segundos se le ocurre una cosa diferente. O se calla y le dice a Laura: «¿A que me echabas de menos? Claro».
Increíble este paisano que regentó durante décadas una marisquería en Candás, El Cubano, en la que daba de comer gratis a los pobres del pueblo. «Hasta treinta sin techo se me juntaban».
- A ver Nano, felicita la Navidad a la gente.
- Hola, soy Nano –como el viejo anuncio de Edu–feliz Navidad;pero lo que os digo es que Navidad tiene que ser todo el año, que sacáis a los abuelos a cenar en Nochebuena, a comer en Navidad, y al día siguiente los dejáis tirados otra vez. Y eso para Nano... no».
- Marchamos Nano.
- Pues lloro.
Son sus cosas, sus historias. «¿Coméis algo?», pregunta, y ante la respuesta unánime de que «no, que acabamos de tomar café» coge el jamón y se pone a cortar.
- Que no queremos.
- Pues lloro.
- No hombre no, es que no tenemos hambre.
- Pues me araño.
Y sigue cortando, mientras sobre la cocina tiene cociendo un pollo en una cazuela. Cada poco le echa manzanas y dice: «Come monín, a ver si mientras te cocino engordas». Para a continuación decirle al perro: «Moro, ¿cómo trabajan los periodistas?». Yel perro se tumba panza arriba a dormir.
Le vuelve a echar manzanas al pollo y ahora le explica otra cosa: «Come, que no sé si no tendrás un poco de diabates. Vas a tener que ir a don Ricardo».
(Por cierto, no dejes de ver el vídeo en la parte final, cuando cuenta la historia del muerto y Don Ricardo... es genial, pero que os la cuente él).
Un no parar. Cada cinco segundos se le ocurre una cosa diferente. O se calla y le dice a Laura: «¿A que me echabas de menos? Claro».
Increíble este paisano que regentó durante décadas una marisquería en Candás, El Cubano, en la que daba de comer gratis a los pobres del pueblo. «Hasta treinta sin techo se me juntaban».
- A ver Nano, felicita la Navidad a la gente.
- Hola, soy Nano –como el viejo anuncio de Edu–feliz Navidad;pero lo que os digo es que Navidad tiene que ser todo el año, que sacáis a los abuelos a cenar en Nochebuena, a comer en Navidad, y al día siguiente los dejáis tirados otra vez. Y eso para Nano... no».
- Marchamos Nano.
- Pues lloro.